En el mes de julio, trabajando en un proyecto de Ciudad Activa, sacamos el tema de los huertos urbanos como puntos de actividad y elementos de dinamización comunitaria. Antes de plantear el tema éramos conscientes de que iba a resultar chocante, más que nada porque parece un ámbito que poco tiene que ver con las políticas de promoción de la actividad física y de las Ciudades Activas. Sin embargo, en muchos planes y programas de promoción de la actividad física de países anglosajones el gardening es una línea de trabajo a la que se le reconoce mucho potencial, especialmente en grupos de personas mayores y en edad infantil.
El concepto de gardening no se limita al cuidado del jardín. Esta podría ser la primera intuición. Estos proyectos se incluyen especialmente en políticas y proyectos comunitarios relacionados con el reaprovechamiento de espacios urbanos en desuso para el cultivo de plantas y hortalizas y también para el cultivo social de las relaciones entre las personas que participan en estos huertos.
El fenómeno de la agricultura urbana
En las últimas décadas podemos observar un crecimiento en número y superficie de espacios urbanos dedicados a la agricultura, especialmente tras la explosión de la crisis de 2008. No obstante, la agricultura urbana es un fenómeno que se remonta a los comienzos de las ciudades, desde las sociedades egipcias, pasando por la Edad Media, los jardines planificados del siglo XVIII, los huertos de subsistencia en las primeras fases de la Época Industrial, los relief gardens durante la Gran Depresión, los Liberty and Victory Gardens en las dos Guerras Mundiales, el guerrilla gardening en las crisis fiscales urbanas de USA de los años 1970 o los «huertos en precario» surgidos en la época franquista y que caracterizaron los paisajes metropolitanos españoles.
El resurgimiento del interés por la agricultura urbana se debe a múltiples factores, pero el elemento comunitario parece ser una motivación de muchas de las iniciativas surgidas en estos años.
Los beneficios de los huertos urbanos
Se han identificado numerosos beneficios vinculados a la agricultura urbana. Por destacar algunos de ellos:
- Producción de alimentos: algo obvio y que era la principal motivación en épocas de escasez y de enfrentamientos bélicos; aunque actualmente se orienta más hacia la idea de soberanía alimentaria.
- Beneficios ambientales: los huertos urbanos producen una serie importante de servicios ecosistémicos que mejoran de manera directa la calidad ambiental de la ciudad y, por ende la vida de los ciudadanos.
- Mejora de la cohesión e inclusión social: en los huertos urbanos se producen interacciones sociales entre individuos de diferentes generaciones, procedencia o estatus socioeconómico. Asimismo, pueden fomentar la inclusión social de colectivos en riesgo de exclusión, contribuyen a la coproducción y el intercambio de conocimiento intra- e intergeneracional, y permiten la experimentación individual y colectiva
- Fomento de la innovación y el emprendimiento social: muchas administraciones han impulsado proyectos de agricultura urbana con el objetivo de dotar de corresponsabilidad a los ciudadanos para gestionar ciertos espacios urbanos y el reaprovechamiento de vacíos urbanos.
- Mejora de la salud física y psicológica de las personas: numerosos estudios demuestran el impacto positivo de los huertos urbanos en la salud de la ciudadanía, especialmente entre las personas mayores y escolares. A este respecto, el meta-análisis de Soga, Gastón y Yamaura (2017) es muy clarificador.
Abundantes trabajos académicos demuestran el impacto del gardening y de la agricultura urbana en los niveles de actividad física de la población, realizando incluso mediciones del gasto calórico de las diferentes actividades relacionadas con el cultivo y el cuidado de los huertos. Es por este motivo que en las políticas de promoción de actividad física y generación de entornos activos los huertos urbanos están presentes.
Actividad | Calorías por hora |
Trabajo fuerte (crear área del huerto, arar, mover piedras) | 300-400 |
Quitar la maleza, sembrar plantas | 400-450 |
Sacar hojas con el rastrillo, recoger hojas en bolsas de basura (doblarse, levantar objetos, cuclillas) | 350 |
Sembrar | 200-400 |
Pasar la máquina corta-césped | 200-350 |
Caminar alrededor del huerto | 136 |
Recoger las frutas y hortalizas | 135 |
William D McArdle, Frank Katch, Víctor L Katch, Fisiología del ejercicio: Energía, nutrición y desempeño humano (Lippincott Williams & Wilkins) (2001)
Los huertos urbanos en la Ciudad Activa
Los beneficios asociados a los huertos urbanos son variados: medioambientales, sociales, económicos, culturales y relacionados con la actividad física. Como decíamos, el gardening, los huertos, están presentes en diferentes planes de promoción de actividad física. En la práctica, el impulso a esta iniciativas de agricultura urbana suele venir desde las áreas de medioambiente de los ayuntamientos. Sin embargo ¿cómo debe un área de deportes y promoción de la actividad física participar en estos proyectos?
En primer lugar, es necesario entender el papel que estos huertos pueden jugar a la hora de planificar una Ciudad Activa. Desde el convencimiento de que la agricultura urbana es un factor positivo para la promoción de la actividad física, el área municipal dedicada a la promoción de la actividad física debe sentirse involucrada en estos proyectos.
Una vez comprendida su relevancia, apoyar y colaborar en la puesta en marcha de estos proyectos, aportando conocimientos para el diseño de una política de huertos urbanos que tenga un impacto relevante en la actividad física de la ciudadanía.
Tras la puesta en marcha, desde el área de deportes y promoción de la actividad física se podrán aportar y gestionar proyectos de actividades en estos huertos, teniendo en cuenta las oportunidades de promoción de actividad física especialmente entre personas mayores y escolares.
Esto no quiere decir que debamos convertir el huerto urbano en un ‘agro-gimnasio’, sino que aportemos ideas que puedan dinamizar estos espacios desde la perspectiva de la actividad física, con propuestas de actividades y dinamización de agentes sociales más cercanos a nuestro entorno.
Por último, participar en la evaluación de los proyectos aportando el enfoque de la promoción de la actividad física. A la hora de evaluar este tipo de proyectos (deberían evaluarse), no suelen incluirse los efectos sobre la promoción de la actividad física de las personas. En este sentido, si somos consciente de que pueden ser positivos para este fin, debemos participar en esta evaluación para que la actividad física sea un factor relevante en esta y otras políticas urbanas.
Imagen: Ajuntament de Barcelona