
El desarrollo urbano sostenible es una necesidad global. No es solo una cuestión de eficiencia energética o de construir edificios “verdes”. Se trata de reimaginar nuestras ciudades como espacios donde no solo podamos sobrevivir, sino verdaderamente vivir, en toda la extensión de la palabra. Y ahí es donde entra el concepto de Ciudades Activas. No es un término de moda ni una simple tendencia, sino una estrategia clave que busca integrar la planificación urbana con la salud y el bienestar de quienes habitamos estos espacios.
“Ciudades activas y desarrollo urbano sostenible” es el título de una de las conferencias que impartiré en la Universidad Tecnológica de Pereira (Colombia). Del 27 al 29 de septiembre andaré por allí, explicando cómo abordamos estas cuestiones en nuestros trabajos. Debatiremos sobre cómo las ciudades activas pueden (y deben) ser parte integral de cualquier política de desarrollo urbano sostenible, y cómo esta integración puede transformar nuestros entornos en lugares más equitativos, saludables y resilientes.
El desarrollo urbano sostenible en perspectiva
Cuando hablamos de desarrollo urbano sostenible, no estamos limitándonos a la reducción de emisiones de CO2 o al uso de energías renovables. El concepto va mucho más allá. Incluye la equidad social, la inclusión, y en definitiva, la mejora de la calidad de vida en su conjunto. Aquí es donde las ciudades activas encuentran su lugar, abordando directamente varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como la salud y el bienestar (ODS 3), ciudades y comunidades sostenibles (ODS 11) y la acción por el clima (ODS 13).
El desarrollo urbano sostenible pretende construir ciudades capaces de enfrentarse a los desafíos del cambio climático, la urbanización rápida y las desigualdades sociales. Las ciudades activas se alinean perfectamente con estos objetivos al promover entornos urbanos que faciliten la movilidad activa (caminar, usar la bicicleta, transporte público), reduciendo así la dependencia del automóvil y fomentando estilos de vida más saludables. La ecuación es simple: mejorar la salud pública contribuye a la sostenibilidad ambiental y económica de nuestras ciudades.
Movilidad activa: el corazón del desarrollo urbano
Una de las principales contribuciones de las ciudades activas al desarrollo urbano sostenible es la promoción de la movilidad activa. ¿Por qué es esto tan importante? Porque caminar, andar en bicicleta o usar el transporte público no solo disminuye las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también reduce la congestión vehicular y mejora la calidad del aire. Esto hace que las ciudades sean más habitables, permitiendo que los ciudadanos se desplacen de forma eficiente, saludable y sin dañar el medio ambiente.
Para que esto sea posible, la planificación urbana debe priorizar la creación de infraestructuras que faciliten esta movilidad activa: carriles bici, aceras amplias y seguras, redes de transporte público bien conectadas. Todo ello no solo incentiva la actividad física diaria, sino que además reduce la necesidad de vehículos privados, disminuyendo la huella de carbono urbana.
Casos como Vitoria-Gasteiz, Burgos o Pontevedra son magníficos ejemplos de ciudades que han implementado políticas de movilidad activa con éxito, mejorando tanto la salud de sus habitantes como su imagen a nivel internacional en términos de sostenibilidad.
Uso del suelo y desarrollo sostenible
El uso del suelo es otro componente esencial en el desarrollo urbano sostenible. Las ciudades activas juegan un papel crucial aquí, ya que su planificación requiere una mezcla equilibrada de usos del suelo que integre zonas residenciales, comerciales y de ocio dentro de distancias caminables. Este enfoque busca reducir la necesidad de desplazamientos largos y fomentar un estilo de vida más activo y sostenible.
Esta mezcla no solo favorece la sostenibilidad al disminuir la dependencia del coche, sino que también crea comunidades más cohesionadas y vibrantes, donde las personas pueden interactuar más fácilmente y acceder a servicios esenciales sin tener que recorrer grandes distancias. Así, se construyen ciudades más resilientes, donde la proximidad y la accesibilidad son las reglas del juego.

Espacios públicos de calidad: más que áreas verdes
Los espacios públicos son vitales en cualquier ciudad activa y sostenible. Hablamos de parques, plazas y áreas recreativas que no solo fomentan la actividad física, sino que también son esenciales para la cohesión social y la inclusión. En una ciudad sostenible, estos espacios deben ser accesibles para todos, sin importar la edad, el género o el nivel socioeconómico.
Además, los espacios públicos de calidad tienen un impacto directo en la sostenibilidad social. Al ofrecer lugares seguros y atractivos para la interacción y el ocio, fortalecen los lazos comunitarios y promueven la equidad social. Y no olvidemos su papel en la lucha contra el cambio climático, gracias a la incorporación de zonas verdes que ayudan a la absorción de CO2 y la regulación de la temperatura urbana.
Infraestructura verde y diseño activo
El diseño de edificios y la infraestructura verde son esenciales para integrar la sostenibilidad y la vida activa en el entorno urbano. Las ciudades activas promueven la construcción de edificios que no solo sean energéticamente eficientes, sino que también incentiven la actividad física. Ejemplos de esto incluyen escaleras visibles y accesibles, aparcamientos para bicicletas y áreas comunes que fomenten el ejercicio y la interacción social.
Por otro lado, la infraestructura verde (techos verdes, jardines verticales, recuperación de espacios naturales) es fundamental para crear entornos urbanos más sostenibles. Estos elementos no solo mejoran la calidad del aire y la biodiversidad, sino que también proporcionan espacios para la actividad física y el esparcimiento, integrándose naturalmente en el tejido de una ciudad activa y sostenible.

La importancia de la participación ciudadana
El desarrollo urbano sostenible y la creación de ciudades activas requieren un enfoque inclusivo que involucre a la comunidad en la toma de decisiones. La participación ciudadana es crucial para garantizar que las soluciones urbanas reflejen verdaderamente las necesidades y aspiraciones de sus habitantes. El «urbanismo ciudadano» es una metodología que integra a los ciudadanos en la planificación y diseño de su entorno, asegurando que las políticas adoptadas sean sostenibles, equitativas y justas.
Este enfoque no solo aumenta la eficacia de las políticas urbanas, sino que también fortalece el sentido de pertenencia y responsabilidad de los ciudadanos hacia su entorno. En un mundo donde los desafíos urbanos son cada vez más complejos, la colaboración entre autoridades, expertos y ciudadanía es esencial para construir ciudades resilientes y sostenibles.
Desafíos y oportunidades en la implementación
Implementar un modelo de ciudad activa dentro del marco del desarrollo urbano sostenible no es tarea fácil. La resistencia al cambio, la necesidad de inversiones significativas en infraestructura y la complejidad de coordinar políticas intersectoriales son obstáculos que debemos superar. Sin embargo, los beneficios a largo plazo, tanto en términos de salud pública como de sostenibilidad, justifican con creces estos esfuerzos.
La clave está en la planificación integral y en la voluntad política de priorizar la sostenibilidad en todas las decisiones urbanas. Además, el uso de tecnologías inteligentes y datos en tiempo real puede facilitar la implementación de soluciones personalizadas y adaptativas que respondan de manera efectiva a las necesidades cambiantes de la población urbana.
El desarrollo urbano sostenible y las ciudades activas están profundamente interconectados. Integrarlos es esencial para construir el futuro de nuestras ciudades. Mediante la promoción de la movilidad activa, la mezcla de usos del suelo, la creación de espacios públicos de calidad y la participación ciudadana, podemos transformar nuestras ciudades en entornos más saludables, inclusivos y resilientes. El reto es grande, pero las oportunidades son mayores. Al colocar la sostenibilidad y la vida activa en el centro de la planificación urbana, no solo mejoraremos la salud y el bienestar de los ciudadanos, sino que también contribuiremos a la creación de un mundo más justo y sostenible para todos.
