La financiación con fondos públicos de grandes estadios deportivos para uso y disfrute de manos privadas (habitualmente clubes de fútbol y baloncesto) es un tema que ya hemos tratado aquí. Además incluía algunas referencias de artículos y blogs que explicaban diferentes puntos de vista, la mayoría coincidentes: no es oro todo lo que reluce.
Acabo de leer otro artículo muy interesante sobre el tema al que he llegado vía Sabernomics. El citado artículo es de Dennis Coates (Profesor de Economía en la Universidad de Maryland, Baltimore County y el Presidente electo de la North American Association of Sports Economists) y ofrece una nueva perspectiva sobre el impacto económico de la construcción de los estadios deportivos.
Esta son algunas de las ideas que me parecen más interesantes:
1. «La cuestión más elemental acerca de los estadios, arenas, y franquicias de deportes es la medida en que contribuyen a la vitalidad de la economía local. Los partidarios de financiar con fondos públicos los estadios argumentan que los beneficios son sustanciales, mientras que los opositores dicen que son pequeños y muy concentrados entre las personas más ricas. Para apuntalar su caso, los partidarios utilizan mayoritariamente los estudios sobre el impacto económico que predicen la forma en que la economía local se verá afectada por el estadio, mientras que los detractores comparan la economía antes y después de la construcción de la instalación -Nota Juanma: los economistas contamos con herramientas para hacer buenas evaluaciones, lo que hacen los detractores, pero somos pésimos haciendo predicciones, lo que hacen los partidarios, aunque muchos intenten convencer de lo contrario- . Los partidarios suelen dar a entender que la redistribución de la actividad económica de los suburbios o las afueras del centro de una ciudad es deseable, mientras que los detractores en general frente a este tipo de redistribución se centran en el empleo y la generación de ingresos».
2. «Los investigadores académicos han examinado los estudios de impacto económico y han encontrado una serie de errores metodológicos en ellos, todos los cuales plantean dudas acerca de la magnitud del gasto previsto y los aumentos de puestos de trabajo. Otros estudiosos utilizan los datos de varios años antes y después de la construcción del estadio para medir el impacto de su construcción. Estos estudios “ex post” rechazan las subvenciones al estadio como una herramienta eficaz para generar desarrollo económico local».
3. «Mi propia investigación, realizada con el economista Brad Humphreys (que se encuentra ahora en la Universidad de Alberta), ha utilizado tal vez la más extensa cantidad de datos, incorporando las observaciones anuales de renta per cápita, el empleo y los salarios en cada una de las áreas metropolitanas que acogen a un equipo profesional de fútbol, baloncesto o béisbol entre 1969 y finales del decenio de 1990. Nuestro análisis trató de determinar las consecuencias de la construcción del estadio y la acogida de franquicias, mientras que se controlaban el resto de circunstancias de la economía local. Los estudiosos Robert Baade, Allen Sanderson, Victor Matheson y otros han adoptado enfoques ligeramente distintos, pero los resultados son bastante similares de un análisis a otro. Hay poca evidencia de grandes aumentos en los ingresos o de empleo asociados con la introducción de los deportes profesionales o la construcción de nuevos estadios».
4. «De hecho, mi trabajo con Humphreys considera que el entorno del deporte profesional, que incluye la presencia de franquicias en varios deportes, la llegada o la salida de equipos y la construcción de estadio puede llegar a reducir los ingresos locales. Por ejemplo, encontramos que el entorno general de deportes redujo la renta per cápita de las personas, una conclusión que era nueva en la literatura económica en el momento en que lo publicamos (1999). También se encontró que, en muchas de las economías locales, los salarios y el empleo en el sector minorista y los sectores de servicios han disminuido a causa de los deportes profesionales».
El artículo resulta muy interesante para todas aquellas personas interesadas en el impacto económico del deporte y/o la financiación de grandes infraestructuras para deporte profesional. En este entorno que nos toca vivir en el que el fútbol profesional vive en un limbo económico-legal, a medio camino entre la propiedad privada y pública. Con una fórmula jurídica de Sociedad Anónima Deportiva que permite a sus propietarios actuar a su antojo pero que cuando vienen mal dadas acuden a solicitar “apoyo institucional” (¡dame pasta o te echo encima a la afición!) en favor de “un club que es el de todos”. ¿Quién se atreve a poner el cascabel al gato?