Los clubes de fútbol han dado una lección (perversa) a los grandes expertos de la economía mundial. Han sido unos adelantados y lo que ocurre en la actualidad en el sector financiero internacional es lo que lleva ocurriendo desde hace mucho tiempo en el fútbol profesional. Esos gurús de las finanzas tan sólo han copiado la fórmula de los administradores de los clubes de fútbol… ¡estos sí que son gurús!
De todos modos, la estrategia seguida por los clubes de fútbol y ahora por los expertos financieros internacionales no es original, algunas personas tan eminentes (y distantes) como el supereconomista John Maynard Keynes o el dramaturgo D. Jacinto Benavente ya habían expuesto esta estrategia. Manuel Conthe en su magnífico blog nos cita ambos casos.
En la obra de D. Jacinto Benavente, «Los intereses creados«, «Crispín, fingiéndose criado de su compañero Leandro, logra que ambos prosperen en una ciudad a la que llegan sin un céntimo. Haciéndole pasar por un adinerado noble, le granjea la confianza y el crédito de un hostelero, un prestamista, un capitán, un poeta…Como colofón, logra urdir un genuino enamoramiento entre su amigo y la hija de Polichinela, un hacendado local. Cuando sus acreedores descubren el engaño y amenazan con llevar a Leandro ante la Justicia, Crispín les hace ver que todos tienen interés en salvar a su señor:
«¿De dónde habéis de cobrar vuestro dinero si así quitáis crédito a mi señor y así hacéis imposible su boda con la hija del señor Polichinela? ¿Será buena moneda para cobraros las túrdigas de nuestro pellejo?»
Para defender la reputación de su hija y en protección de la suya propia, Polichinela termina no sólo por consentir que su hija se case con Leandro… sino que le entrega una cuantiosa dote, de la que se cobran los acreedores.»
Ese mismo principio lo expuso posteriormente Keynes: «Si le debes a tu banquero 1.000 libras estás a su merced. Si le debes 1 millón, la situación será la contraria«.
A raíz de esta idea, resulta curioso el debate abierto en la actualidad sobre la vigencia o no de las propuestas de Keynes como vía para recuperar la economía de la crisis en la que ha entrado gracias al excesivo endeudamiento de personas que eran incapaces de devolver a los bancos el dinero prestado (los tristemente famosos ninjas) y a la codicia de dichos bancos, que rebajaron las garantías mínimas exigibles para poder seguir elevando su nivel de beneficios. (Si alguien quiere reirse con una buena explicación de las causas de la crisis, recomiendo ver este video)
¿Y los clubes de fútbol? ¿Qué culpa tiene los pobres de lo que está pasando? Ninguna culpa, tan sólo que durante mucho tiempo han empleado la misma estrategia Keynesiana que Crispín:cuánto más debamos, más difícil será que vengan a recuperarlo.
Vemos ejemplos de clubes que se han acogido a la Ley Concursal, otros clubes que tienen todas las papeletas para acogerse. El argumento es el mismo, han llegado a un nivel de endeudamiento tal que si los acreedores intentan cobrar por su cuenta ninguno cobrará nada. Decisión salomónica: repartir las pérdidas. Los acreedores a repartirse las miserias y que el club pueda seguir funcionando porque en caso contrario no cobrarán ni eso.
Si a esta imposibilidad de cobrar por falta de liquidez del club, le añadimos que las principales deudas de los clubes son con Haciendas, Ayuntamientos, Bancos y Cajas con un importante arraigo en las ciudades o territorios origen de los clubes, podemos sumar otro factor más: “como me aprietes mucho pongo a la afición de mi club en tu contra”, y claro eso a políticos y banqueros no les hace demasiada gracia.
El caso de lo bancos… pues bueno, allá ellos. El caso de las deudas con las Haciendas y Ayuntamientos ya es más sangrante. ¿Todas las personas que pagamos impuestos a Hacienda somos Polichinela aunque pasemos olímpicamente del equipo de fútbol? Sí, lo somos… Mientras sólo sea dinero y los clubes no quieran también a nuestras hijas como Leandro.