Cuando era niño me gustaba mi Caja de Ahorros. Era una entidad simpática, me abrió una cuenta gratis cuando nací y si hacía un ingreso mensual me daba unos cromos sobre temáticas variadas, al final de año, si había completado el álbum, además me hacía un regalo. Veía su logotipo (escudo, que se decía por entonces) en los campamentos de verano y en los marcadores de los campos de fútbol. ¡Qué señores (apenas había señoras) tan majos!
Pasados los años y con mis primeros conocimientos sobre economía me ofrecieron realizar prácticas de verano en una sucursal, ver cómo funcionaban las cosas en esta entidad tan “enrollada” y con unos fines sociales tan loables. Mi visión de las Cajas comienza a cambiar. Comienzo a descubrir cómo se niegan créditos a personas que tratan de mantener sus hogares y negocios, cómo se realizan inversiones con escasos fines sociales, en definitiva cómo la búsqueda de la rentabilidad se impone a los fines sociales.
Unos cuantos años más tarde, ya más desencantado con las Cajas me voy dando cuenta de que además de buscar la rentabilidad económica, estas entidades son empleadas por las Administraciones Públicas para financiar proyectos de “interés político”… de quien está al mando claro. Así les va.
En lo que concierne al deporte, el vínculo político de las Cajas de Ahorros ha supuesto uno de los grandes despropósitos del deporte profesional actual. Por una parte, ya hemos hablado anteriormente de las dificultades de las Administraciones Públicas para cobrar las deudas de las entidades deportivas profesionales, especialmente los grandes clubes de fútbol. Las deudas con la Seguridad Social y Hacienda alcanzan magnitudes vergonzosas y las Administraciones, y particularmente las y los políticos de turno, no se atreven a actuar contra estos clubes por miedo a las consecuencias políticas.
En el caso de las Cajas de Ahorros es similar. Según estimaciones del profesor José María Gay de Liébana, autor del estudio «Fútbol & Finanzas: La economía de las Estrellas», para el ejercicio 2007/2008 las deudas de los clubes de fútbol de la Liga BBVA alcanzará los 3.400 millones de euros (más de 565.700 millones de pesetas), de los cuales 280 millones son con las Cajas de Ahorros.
En el año 2007 apareció la noticia de que una Caja de Ahorros podría perdonar la deuda a un club de fútbol. Finalmente, por motivos legales, la Caja comunica que no puede perdonar esa deuda. ¿Cómo es posible que se barajase esa hipótesis? ¿Qué clase de fin social cumple una Caja de Ahorros dando semejantes ventajas a un club de fútbol profesional con “trabajadores” espléndidamente remunerados?
Lo cierto es que las Cajas de Ahorros se encuentran en la misma tesitura que las Administraciones ¿cómo van a negar el apoyo financiero a un club cuyo ámbito natural es el mismo que el suyo? ¿Cómo afectaría electoralmente eso a las y los políticos responsables de esta decisión?
En definitiva, más madera para la locomotora del deporte profesional (y no sólo al fútbol) para que siga a toda velocidad. Lo que cada vez está más claro es que esta locomotora circula por una vía muerta que termina en un precipicio.