El señor Florentino Pérez, flamante presidente del Real Madrid, está obligando a revisar las teorías básicas de la economía del deporte. Basando su proyecto deportivo-económico en una radical política de fichajes, el señor Pérez parece creer poco en los fundamentos teóricos y da la sensación de que trata de desmontar la lógica económica implícita en un modelo de liga deportiva.
Se considera que S. Rothenberg, en el año 1956, al publicar en una destacada revista americana, especializada en temas económicos, su artículo “El mercado laboral de los jugadores de béisbol”, fue el fundador de una nueva rama de la economía: la economía del deporte. En su artículo, Rothenberg planteba tres tesis:
- En las ligas profesionales la incertidumbre sobre el resultado es clave para atraer espectadores. Cuanto mayor sea esta incertidumbre y más tiempo dure, mayor será su atractivo.
- Para lograr la incertidumbre en el resultado, los equipos deben estar compensados, contando todos ellos con jugadores/as de calidad similar.
- La distribución equitativa de jugadores/as de calidad entre los equipos se producirá automáticamente gracias a las “bondades” del mercado laboral no regulado.
Es en esta tercera tesis donde se encuentra la clave principal de todo el sistema y sobre la que la experiencia, especialmente en la actualidad, nos demuestra que el modelo propuesto por Rothenberg debe ser analizado más detenidamente.
La tercera tesis de Rothenberg se basa en la “Ley de rendimientos decrecientes”. Esta ley es algo así como el famoso refrán de “lo poco gusta y lo mucho cansa”. Pensemos en algo muy apetecible, cenar en el restaurante de Ferrán Adriá el Bulli. La primera vez podríamos estar dispuestos a pagar una buena pasta. Si al día siguiente volvemos a cenar, podríamos pagar un buen dinero ya que la víspera estuvo muy bien; pero probablemente algo menos que la vez anterior. Volvemos al día siguiente, y el siguiente, y el siguiente… ¿Qué nos pasaría? Pues que poco a poco estaríamos dispuestos a pagar menos, cada vez le sacamos menos gusto a comer en el Bulli y preferimos quedarnos en casa y hacernos una tortilla de patata (receta de Adriá, por supuesto)
Con los jugadores de gran talento pasa lo mismo. Según la ley de rendimientos decrecientes, para un equipo no será rentable comprar nuevos jugadores “superestrella” a partir de cierto punto. El rendimiento que ese equipo obtendrá de ellos no compensará su precio ya que por un lado cuenta con otras “superestrellas” y por otro, habrá otros equipos sin tantos grandes jugadores que sí obtendrán un rendimiento más alto de ellos y estarán dispuestos a pagar más que el primer equipo citado. Para el primer equipo ya no será práctico ficharlos, no atraerán más público al estadio. De este modo los jugadores de más calidad se repartirán equitativamente entre todos los equipos… Ummm! Parece que la cosa no está funcionando así. O el señor Pérez no ha leido a Rothenberg o algo se le escapaba a éste último.
Son varias las cuestiones que desmontan el modelo de equilibrio planteado por Rothenberg, pero tal vez el más claro de ver sea el concepto de mercado que emplea. Rothenberg estaba pensando en un mercado muy limitado. Dentro de los límites de un país (USA) y con unas fuentes de ingresos muy simples: la venta de entradas al estadio.
Desde 1956 hasta nuestros días el mercado deportivo ha evolucionado enormemente. Las fuentes de ingresos se han diversificado muchísimo y la venta de entradas y abonos ha pasado a ser una fuente de ingresos mucho menos relevante. La venta de derechos de retransmisión, de productos o de los derechos de imagen de los deportistas han sobrepasado como fuentes de ingresos a las entradas y abonos. Por otra parte, el mercado es mundial y los grandes equipos luchan entre ellos para hacerse con el mayor pedazo posible de una tarta que, además, no para de crecer gracias a la imaginación de las y los responsables de Marketing, que no paran de buscar y encontrar nuevas posibilidades de ingresos. Es por ello por lo que el señor Pérez está tan interesado en crear una Super Liga Europea y que con toda seguridad le gustaría a convertir en una Super Liga Mundial. Cuanto mayor sea el mercado mayores ingresos.
En este escenario el rendimiento deportivo se convierte en un factor más de Marketing, no en el principal factor de ingresos como era antes. A mejores resultados más atractivos son nuestros productos, pero si un jugador es carismático y tiene gancho para vender productos su valor en el mercado de fichajes sobrepasa con creces el valor de su rendimiento deportivo.
Como era de esperar surgen voces contrarias a esta tendencia, El caso de Pelé es llamativo al declarar que el gasto del Real Madrid en fichajes «no es justo» ni «democrático». Pelé sabe bien que los mercados libres no son justos ni democráticos. En los mercados libres el equipo que gane (en el mercado) se llevará la mayor parte de la tarta y no tiene nada que ver con la democracia. En la democracia una persona es un voto.En los mercados libres un euro/dólar es un voto. Pero si hay algo llamativo es que sea precisamente Pelé el que haga estas declaraciones, cuando él mismo, al acceder al puesto de Ministro de los Deportes de Brasil promulgó la conocida como ley Pelé. En ella obligaba a los equipos deportivos a cumplir las leyes mercantiles, incluso en los equipos inferiores.
No soy especialmente favorable a todas estas tendencias pero debo reconocer que soy escéptico acerca de las posibilidades de pararlas. Se han dado en la mayoría de sectores económicos y, queramos o no, el deporte espectáculo se ha convertido en uno de ellos.