Las soluciones economicistas al problema de la necesidad de donación de órganos me “crujen”. Los economistas más favorables a las soluciones de mercado lo tienen claro, permitir un mercado de órganos. El Nóbel de Economía Gary Stanley Becker (de la Escuela de Chicago, ¡cómo no!) y Julio Jorge Elías en su artículo Introducing Incentives in the Market for Live and Cadaveric Organ Donations ofrecen un resumen de los argumentos a favor de introducir el mercado de órganos. Incluso uno de los más reputados economistas de la Economía Conductual, rama de la Economía que trata de introducir la realidad del razonamiento humano en los abstractos modelos económicos, como es Richard H. Thaler, afirma en su libro Nudge. Un pequeño empujón, que la idea “es extraordinariamente impopular por razones que no se comprenden bien”.
Bueno, que economistas que piensan que nuestro comportamiento se puede reducir a modelos matemáticos que buscan la eficiencia y la elección óptima no me resulta llamativo (he visto a economistas justificar que la vida de un hindú vale menos que la de un alemán). Al fin y al cabo es el modelo que estamos sufriendo. Piensan que un mercado de órganos, y en definitiva el sistema de precios, puede solucionar el problema de la escasez de órganos sin problemas asociados a ese sistema: los pobres venden barato… y algunos gratis ¡¿?! Me llama más la atención que un economista reconocido como uno de los principales “padres” de la Economía Conductual, que se supone que es una eminencia en el razonamiento real de las personas, no entienda la reticencia de las personas a crear semejante mercado.
Richard Thaler en su libro Nudge. Un pequeño empujón aparca sus ideas mercantilistas y nos ofrece algunas alternativas para aumentar la donación de órganos: el consentimiento explícito, la extracción habitual, el consentimiento implícito, la elección obligada, etc. Sin embargo, creo que en su trabajo le falta un aspecto muy importante, las pasiones.
Me centro en el deporte, y concretamente en el fútbol. Nadie, ni las personas menos futboleras podrán negar la capacidad del fútbol para levantar pasiones. ¿Y si nos apoyamos en estas pasiones para tratar que las personas hagan buenas acciones?
Esto es lo que ha hecho el Sport Club Recife de Brasil, aprovechar la pasión de la afición por su club y por el fútbol para lograr que donen sus órganos, para seguir siendo hinchas después de la muerte, para que sus ojos sigan viendo los partidos de su equipo, que sus pulmones sigan animando… ¡Grandísima campaña!