Aunque por estos lares no son demasiadas, a nivel internacional son cada vez más las empresas que desarrollan programas para el fomento de la Actividad Física y el Deporte entre las personas que en ella trabajan.

Hay numerosas investigaciones que muestran una relación positiva entre estos planes/programas y los beneficios que de ellos se obtienen, tanto por parte de las personas que se adhieren a ellos, como por las empresas. Beneficios económicos directos derivados de una reducción en el número de bajas y de su duración. Beneficios también indirectos, como consecuencia de una mayor motivación, bienestar e implicación de quienes se benefician de ellos.

Me he encontrado con algunas empresas que se plantean incluir programas de este tipo y no tienen muy claro por dónde comenzar, la idea inicial es instalar un pequeño gimnasio en sus instalaciones y contar con el apoyo ocasional de algún entrenador. Sin embargo, una persona me ha trasladado sus dudas sobre si con eso ya vale, si eso es todo lo que se puede hacer. Tratando de responder a esas dudas he elaborado un texto en el que trato de recoger algunas consideraciones a tener en cuenta cuando una empresa se dispone a poner en marcha un programa de este tipo a nivel general, actuando desde diferentes ámbitos y tratando de impulsar un cambio real de actitudes y comportamientos hacia una mayor actividad física por parte de todas las personas que componen la empresa.

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Foto: Neilwill en Flickr