Escribo, levanto la mirada y veo el puerto deportivo, una importante obra urbanística destinada a algunas personas de alto poder adquisitivo y a muchas otras que creyeron que lo tenían. La obra de construcción y urbanización de la zona portuaria costó el doble de lo inicialmente presupuestado.
He venido a pasar unos días de descanso, por una carretera que iba a tener una elevada utilización. Nadie lo diría tras circular por ella y además su coste fue un 60 por ciento superior al presupuesto.
La tranquilidad me permite leer algunos artículos que tenía pendientes sobre el impacto económico de grandes eventos deportivos, hay numerosos ejemplos pero en el más relevante, la organización de unos Juegos Olímpicos y en el último caso, el de Londres 2012, algunas fuentes afirman que el coste fue diez veces superior al inicialmente previsto.
Vuelvo a dos artículos del reconocido experto danés en planificación e investigador de la Universidad de Oxford Bent Flyvbjerg [How (In)accurate Are Demand Forecasts in Public Works Projects?] [Delusion and Deception in Large Infrastructure Projects]. En sus investigaciones sobre grandes proyectos de transporte de todo el mundo Flyvbjerg demostró que los planificadores sobrestimaron la media de personas que usarían los nuevos proyectos en un 106 por ciento y el coste medio superó el 45 por ciento lo presupuestado.
Entre las conclusiones de Flyvbjerg es obvio que destaca la falta de honestidad de muchas empresas promotoras:
Las implicaciones políticas son claras: legisladores, administradores, inversionistas, representantes de medios de comunicación y miembros del público que valoran números honestos no deben confiar en las estimaciones de costos y análisis de costos y beneficios producidos por los promotores del proyecto y sus analistas.
¡Es un escándalo! ¿Qué hacen con el dinero público las autoridades competentes? Me levanto, voy a coger una cerveza al frigorífico de la elegante cocina… en su reciente reforma se gastaron un 40 por ciento más de lo que pensaban al principio ¿?
La falacia de la planificación
Según el premio Nobel de Economía Daniel Kahneman y su compañero Amos Tversky en el problema generalizado del desvío de presupuestos existe otra cuestión además de la falta de honestidad, un sesgo cognitivo que nos lleva a hacer muy malas previsiones y al que llamaron la falacia de la planificación.
La falacia de la planificación se refleja en nuestra incapacidad como clientes para imaginar en qué medida se incrementarán nuestros deseos con el tiempo. En el ejemplo de la reforma de la cocina surgen los “yaques”: “Ya que están con la electricidad que pongan unas luces y enchufes más y el hilo musical”, “Ya que van a cambiar la caldera que le incorporen un sistema de domótica”, “Ya que…”. El sondeo Cost vs. Value Report de 2002, realizado entre propietarios estadounidenses que habían remodelado sus cocinas, mostraba que estos pensaban gastar $18.658 y finalmente terminaron pagando una media de $38.769.
Como responsables de planificar un proyecto también somos víctimas de la falacia de la planificación, tendemos a planificar y presupuestar sin tener en cuenta los posibles y probables problemas y desviaciones que pueden surgir a lo largo del proyecto. Son los “esques”: “Es que ha surgido un contratiempo con la cimentación”, “Es que ha habido retrasos de los proveedores”, “Es que…” A este hecho hay que añadir otra cuestión, las personas/empresas que realizan estos planes poco realistas lo que realmente tratan es de lograr que su propuesta sea aprobada y se amparan en el convencimiento de que una vez iniciado un proyecto rara vez se abandona por el incremento de costes o por el incumplimiento de plazo. Esta situación es más patente en la organización de grandes eventos deportivos en los que se ha logrado la adjudicación como sede y “hay que terminar COMO SEA para una fecha determinada”.
Predicción con clase de referencia
Bien sea por falta de honestidad o por un sesgo cognitivo, frente a estos sobrecostes Kahneman propone la creación de una clase de referencia de proyectos similares para servir como una plataforma para comparar los costos. Elaborar un gran banco de datos que proporcione información sobre planes y resultados de cientos de proyectos hechos en todo el mundo y que pueda servir de base estadística sobre probables incrementos de costes y de tiempo .
En 2005, Flyvbjerg puso en práctica esta teoría a petición de las autoridades holandesas que estaban considerando un gran proyecto ferroviario llamado la Línea Zuiderzee. Flyvbjerg predijo que los funcionarios habían subestimado los costos de construcción en 2.500 millones de dólares y calculado mal la posibilidad de un sobrecoste adicional (que lo situaron en el 20 por ciento; Flyvbjerg en el 65 por ciento). El proyecto fue cancelado incluso antes de que se presentaran ofertas.