Con fecha 19 de abril de 2005 fue aprobado por el Gobierno Vasco el DECRETO 95/2005, por el que se aprueba el Reglamento de Apuestas de la Comunidad Autónoma de Euskadi. De este modo, la C.A. de Euskadi se convierte en la primera autonomía que aprueba una regulación propia sobre apuestas, adelantándose a la Comunidad de Madrid que ya ha aprobado el suyo y a otras comunidades que se encuentran en proceso de aprobación.
La lectura del Reglamento muestra como desde Gobierno Vasco se ha tratado de establecer un marco desde el que regular un sector habitualmente polémico y que en la actualidad se encuentra en un momento convulso dada la proliferación de empresas de apuestas por internet cuyos servidores están en paraísos fiscales, saltándose de este modo las barreras legales del resto de países.Por otra parte se ha tenido en cuenta la especificidad de la apuesta tradicional, poniendo condiciones a la explotación de este tipo de apuestas, presentes en los frontones, en pruebas de Herri Kirolak y en regatas.
Es en el apartado de las apuestas tradicionales en el que observo una contradicción entre la regulación y la propia naturaleza del deporte, especialmente en Herri Kirolak. Por un lado se regula esta apuesta en su Disposición Adicional Cuarta, todo correcto. Por otro lado, se prohíbe apostar al personal de las empresas, es decir a las que están implicadas en el propio desarrollo de la competición. Es aquí donde se encuentra la contradicción, ¿el desafío entre los dos deportistas no es uno de los formatos de competición más tradicionales en el Herri Kirolak?, ¿no deben los deportistas ser considerados como parte de la empresa organizador del desafío?
A la vista del Reglamento, los deportistas no pueden apostar y menos en sus propias competiciones, sin embargo el 17 de diciembre de 2006, en la plaza de toros de Tolosa pudimos asistir a “la primera gran apuesta del siglo”. Olasagasti y Mindegia se apostaron 18.000 € (cada uno) en un desafío con la aizkora. Este formato de competición es muy habitual, parece un contrasentido tratar de proteger el modelo tradicional de apuestas y que se aplique la prohibición general de apostar a los propios deportistas. En la práctica no hubo problemas, el desafío se llevó a cabo y nadie actuó contra unos deportistas que habían apostado en su propio evento, pero el problema es el precedente: si no se ha hecho nada y no hay ningún apartado específico que regule estas situaciones ¿podrán hacer lo mismo los futbolistas, ciclistas, etc.? Por cierto, ganó Mindegia.