Antes de comenzar unas pequeñas vacaciones me voy a permitir hacer aquí una pregunta trampa (bueno, es una pregunta compuesta por varias). Antes que nada trataré de contextualizarlas con dos casos verídicos:
Caso 1: Canal de piragüismo de aguas bravas.
Recientemente hemos realizado un Plan de Viabilidad de un posible-hipotético canal de piragüismo de aguas bravas.Para realizar dicho plan ha sido necesario estimar la demanda futura y tratar de establecer los precios de los servicios a ofrecer. Un método sencillo consiste en preguntar a los clientes potenciales cuánto estarían dispuestos a pagar por la utilización de dicho canal.
Caso 2: Pista de remo olímpico
Hace algunos meses nos encontramos sin quererlo en mitad de una negociación entre una federación de remo y la Administración pertinente. En dicha negociación la Administración, cansada de cubrir un importante déficit anual proponía el cierre de una pista de regatas. La federación por su parte trata de defender los intereses de sus representados, los clubes, y trata de que se mantenga abierta o, en caso de que no sea así, recibir una compensación económica para financiar los desplazamientos de los clubes a otra pista más alejada. Un posible método para fijar esta compensación sería preguntar a los clubes por cuánto estarían dispuestos a dejar esta pista y acudir a la otra.
Bueno, pues ahí va la pregunta. Tratamos de ponernos en la primera situación, nos preguntan ¿cuánto estarías dispuesto a pagar por contar con un equipamiento deportivo cercano? Y poniéndonos en la segunda ¿cuánto quieres cobrar por que te quite el equipamiento deportivo que tienes aquí al lado? La gran pregunta ¿coinciden los dos valores?
Respuesta: NO
¿Por qué? Si hablamos del mismo equipamiento deportivo, de la misma ubicación, de los mismos clientes potenciales, de todo igual, excepto de que en un caso nos proponen ponerlo y en otro quitarlo ¿por qué no decimos el mismo valor?
El porqué podemos explicarlo de dos maneras.
Manera tosca: somos personas perversas y pensamos “tú ponlo que luego ya veremos lo que pago” o en el segundo caso “voy a tratar de sacar tajada ya que la instalación es como si fuera mía”.
Manera diplomática: en el Método de Valoración Contingente la disponibilidad a pagar y la compensación exigida difieren por motivos estratégicos.
El Método de Valoración Contingente ha sido ampliamente usado para valorar bienes públicos que no son ofrecidos por el mercado, especialmente los Recursos Naturales (el valor de un parque natural, de un río limpio, etc.) Este método explota el criterio de la disposición a pagar donde los servicios son proporcionados por un mercado artificialmente estructurado. Mediante el uso de cuestionarios especialmente diseñados, se pregunta a los individuos su disposición a pagar por recibir un beneficio dado o, su disposición a aceptar una compensación por el daño producido (Schweitzer, 1990).
Sin embargo, como hemos comentado y resulta bastante lógico, existen diferencias entre estos dos valores, disposición a pagar y compensación exigida. La principal razón es que debido a que los valores generados responden a un escenario hipotético contingente son manipulados en forma estratégica por los entrevistados.
La importancia de un buen diseño del cuestionario a realizar es vital; aunque desde la economía se suele optar por otros modelos de valoración contingente centrados en las funciones de utilidad indirectas o las funciones de gasto, más complejos pero más precisos.