Los tres cerditos construyen edificios deportivos

cerditos

Supongo que todo el mundo recordará el cuento de los tres cerditos; sobre todo si nos toca hablar de estas cosas con nuestros hijos e hijas. Para quienes no lo recuerden un breve resumen: tres apetitosos cochinillos, el joven es un gandul redomado, el mediano es un poco vago y el mayor, como buen hermano mayor, es el responsable. Los cerditos se independizan y buscan unos terrenitos para hacerse sus casitas con el beneplácito del concejal de turno. El pequeño pasa de todo y como algo tiene que hacer en el terrenito se construye un chamizo de paja. El mediano “le da una vuelta”, piensa un poco más y se lo hace de madera… por lo que pueda pasar. El mayor contrata a un equipo de consultoría (versión adaptada) y decide hacer una correcta planificación del uso que dará a su casita e incluye un DAFO. Decide que a la vista de la situación lo mejor es hacer una buena casa de piedra.

El resultado, si no llega a ser por el mayor (y por los buenos consejos del equipo de consultoría) los otros dos hubiesen cumplido su cometido en la escala alimenticia del reino animal mejorando el bienestar del lobo.

Hace un tiempo, junto con un amigo arquitecto tuvimos la oportunidad de dar una conferencia sobre tres casos que pueden recordar al de los cerditos.  En los tres habíamos trabajado, colaborando desde nuestras respectivas visiones profesionales y los tres son muy ilustrativos ya que son tres proyectos de edificios de remo, para tres clubes diferentes y situados a menos de 30 km. de distancia los tres. A pesar de lo que pueda parecer, existen importantes diferencias entre los tres casos y estas diferencias están en el proceso de definición del edificio… ¡como los tres cerditos!

Los tres cerditos en versión clubes de remo

En el primer caso presentamos un edificio proyectado basándose en la actividad que el club había realizado hasta ese momento. El primero en entrar en acción fue el equipo de arquitectura y las especificaciones que recibieron desde el club fueron algo así como “esto es lo que hacemos, queremos seguir haciéndolo pero en mejores condiciones”. Terminado el proyecto y construido el edificio entramos en acción las personas de consultoría a las que el club nos pide un Plan de Viabilidad para la explotación comercial de algunos servicios deportivos. El resultado fue un tanto desolador, tal y como se había concebido el edificio cumplía a la perfección las condiciones expuestas por el club a su inicio, el problema era que nadie había planificado posibles nuevos usos. Eran necesarias unas obras importantes para hacer viable esa comercialización. La falta de planificación del club limitó las posibilidades de la futura explotación.

En el segundo proyecto de edificio cambia el orden de las tareas. Primero entramos el equipo consultor y junto con el club realizamos un Plan Estratégico muy centrado en las posibilidades de futuro que deberían abrirse con unas nuevas instalaciones. Con dicho Plan estratégico ya concretado el arquitecto puede realizar un anteproyecto que se adapte a las necesidades futuras del club. El club tiene en cuenta no sólo lo que hace, también lo que quiere y puede hacer.

El tercer caso es muy similar, la diferencia es que en este tercer proyecto de edificio, además de albergar la actividad del club de remo, incluye también otras actividades socioculturales del pueblo. Además del Plan estratégico del club, hay que hacer una definición correcta de todos los usos que acogerá el edificio, una definición ajustada de las necesidades de todos los agentes potenciales usuarios del edificio y una correcta asignación de espacios a cada uso. A partir de esta asignación y del sistema de funcionamiento dentro del edificio, el equipo de arquitectura realiza el proyecto.

Es obvio que cualquiera de los dos últimos casos es más recomendable que el primero. La falta de previsión, no haberse planteado las oportunidades que presentaba un edificio para el crecimiento económico y organizativo del club, ha limitado el posible desarrollo del primer club. El cerdito pequeño no podrá crecer.

El caso del segundo se aleja un poco del cerdito mediano, puede crecer y desarrollarse en su cabaña de madera, pero tal vez en un futuro eche en falta la posibilidad de ofrecer servicios deportivos y sociales en su instalación. El tiempo lo dirá.

El tercer caso, el cerdito mayor, lo tiene bien pensado y su edificio le ofrece grandes posibilidades de futuro. Eso sí, ningún cerdito puede descuidarse porque el peligro sigue fuera.

Foto:   jose_gonzalvo
Artículo publicado originalmente el 12 de septiembre de 2008 en Avento.

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