Ponga un Obama en su club

Cristiano

El dinámico nuevo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ha tomado una medida que resulta lógica para cualquiera: las empresas que quieran ser “rescatadas” por los fondos de los contribuyentes deberán limitar los salarios de sus ejecutivos hasta un máximo de 388.000 €.

Las alabanzas a esta inicativa no se han hecho esperar. Pedro Solbes también ha criticado los «salarios exorbitantes» en el sector bancario y la Unión Europea ha alabado la medida impuesta por el presidente norteamericano.

Sin necesidad de entender mucho de economía parece que la medida impuesta por Obama es lógica. Si una empresa está mal y solicta ser ayudada por los fondos públicos, este dinero de los contribuyentes no debe pasar directamente a los bolsillos de los ejecutivos de dichas empresas. Desde dos puntos de vista se puede defender esta medida: desde un punto de vista ético, enviar dinero público al bolsillo de unos pocos es bastante reprochable, y desde otro económico, si no se penaliza a quien ha hecho las cosas mal esta persona no tendrá un incentivo para hacerlas mejor.

La lógica de esta medida lleva tiempo aplicándose en algunos deportes: la limitación salarial en los equipos de deporte profesional. El ejemplo de la NBA es muy revelador.

En la Liga de Baloncesto profesional norteamericana llevan muchas décadas introduciendo medidas similares, desde la limitación del salario máximo de un jugador, la preferencia de los peores equipos a la hora de elegir los mejores jugadores o el límite al gasto salarial total (salary cap) del equipo.

La justificación de estas medidas es mantener el equilibrio competitivo (Competitive Balance) que permite una mayor igualdad entre todos los equipos, que haga que la Liga sea más competida y ésta aumente de interés, lo que redundará en mayores ingresos por entradas, TV, etc.

Si bien ésta es la justificación habitual, numerosos economistas han demostrado mediante modelos economicos que estas medidas no tiene el efecto esperado sobre el equilibrio competitivo. El principal efecto que tiene es sobre las cuentas de los equipos, que ven cómo su principal coste, el coste salarial, tiene unos límites aceptables y mejora sus cuentas de resultados. Algo es algo.

Desde La UE también se ha instado a los gobiernos que “metan mano en eso del fútbol” y que se limiten los salarios de los jugadores. Economistas de corte tan liberal como Xabier Sala-i-Martín abogan por ello. Lo ven como una medidad necesaria para comenzar la ansiada revolución económica que necesita el fútbol para salr del atolladero en el que se encuentra metido y que en muchos casos se mantiene con vida gracias a los fondos públicos… ¡hay como venga Obama!

¿Y los clubes que opinan de todo esto? ¡Qué no! ¡Qué fútbol es fútbol! El balón es redondo y no hay enemigo pequeño.

Foto:   azote
Artículo publicado originalmente el 13 de febrero de 2009 en Avento.

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