“Con esta crisis y los niveles de paro que sufrimos hay mucha gente que antes no podía venir al polideportivo a la mañana y ahora sí” me comentó el responsable de la gestión de una instalación. Tuve ocasión de comprobarlo al pasar por el polideportivo a media mañana y ver que el nivel de ocupación era más elevado de lo que venía siendo habitual. Tenía este asunto en mente desde hace tiempo ¿cómo afecta la crisis económica a los niveles de actividad física de la población? He dedicado algo de tiempo a leer algunas investigaciones sobre ello.
Lo cierto es que existen grandes diferencias en las conclusiones de los trabajos analizados y estas se deben principalmente a las hipótesis de partida que cada investigación toma, así como a la consideración de ciertas relaciones bastante complejas.
Una clave a la hora de entender la problemática es una correcta definición de los términos a emplear. En la mayoría de los trabajos que he tenido ocasión de leer se remarca la diferencia entre ejercicio físico y actividad física. En el Marco para la acción de Aktibili se definen de la siguiente manera:
- Actividad física: Movimiento corporal producido por la acción muscular voluntaria que aumenta el gasto de energía. Incluye el ejercicio físico.
- Ejercicio físico: Actividad física planificada, estructurada y repetitiva realizada con una meta, con frecuencia con el objetivo de mejorar o mantener la condición física de la persona.
Otra cuestión importante a tener en cuenta es que la crisis es más severa en trabajos físicamente más activos: construcción, industria, etc., trabajos con mayores niveles de actividad física y que la reducción de actividad difícilmente se compensará con el aumento de unas horas semanales de ejercicio físico en el polideportivo, corriendo… Gregory J. Colman y Dhaval M. Dave en “Exercise, physical activity and exertion over the business cycle” muestran un aumento del ejercicio recreativo relacionado con la reducción del empleo, si bien demuestran que ese aumento del ejercicio no es suficiente para compensar la reducción de la actividad física que las personas realizaban en sus trabajos.
Hay que tener en cuenta otro efecto que se olvida en muchos trabajos de investigación y es el efecto que la situación de paro de un cónyuge tiene sobre los niveles de actividad física de su pareja. En algunos estudios se observa que la situación de desempleo de un cónyuge conlleva un aumento del ejercicio físico de su pareja ya que el primero dedica más tiempo a las tareas domésticas y permite al segundo dedicar más tiempo a la socialización, al ocio y al ejercicio físico fuera del trabajo. Gregory J. Colman y Dhaval M. Dave en “Exercise, physical activity and exertion over the business cycle” observan esta relación.
Una peculiaridad de los estudios norteamericanos es el efecto de la crisis sobre la caída en lacontratación de seguros médicos. Dado que muchas personas que se quedan sin trabajo dejan de contratar el seguro médico dejan de recibir recomendaciones de vida saludable, entre ellas realizar ejercicio físico, y reducen su nivel de ejercicio. Pero, también se produce un efecto contrario, al no contar con un seguro médico, las personas son más conscientes y dan más valor a la salud, lo que les lleva a realizar más ejercicio. Dhaval M. Dave y Robert Kaestner en “Health insurance and ex ante moral hazard: evidence from medicare” muestran que estos dos efectos opuestos son generalmente de magnitudes similares y el efecto neto es prácticamente nulo.
Teniendo en cuenta estas cuestiones, tal como escribía en el segundo párrafo, hay conclusiones diferentes en función de las variables analizadas y las hipótesis de partida. Cristopher J. Rhum en “Healthy living in hard times” relaciona el desempleo con el tiempo dedicado al ejercicio físico y llega a la conclusión de que una pérdida de empleo conlleva un aumento del ejercicio físico. Sean Nicholson y Kosali Simon en “How did the recession affect health and related activities of americans?” concluyen lo contrario, un aumento del desempleo se asocia con una reducción del número de días que se realiza ejercicio. Kerwin Kofi Charles y Phillip DeCicca en “Local Labor Market fluctuations and health: Is There a connection and for whom?” se quedan en el medio y no encuentran ninguna relación significativa entre los niveles de desempleo y la probabilidad de realizar ejercicio físico.
De todos modos, se me ocurre otra relación más que podría analizarse en nuestro ámbito geográfico: la reducción, incluso cierre, de servicios deportivos públicos puede suponer una caída de la práctica entre la población con menos recursos económicos. Menos mal que también encontramos iniciativas como la de Barcelona: “Unos 10.000 barceloneses en el paro podrán acceder gratis a los gimnasios municipales”