Artículo publicado en el diario digital bez.es el 17 de agosto de 2016 (Enlace)
Nunca habíamos contado con tantas facilidades para practicar deporte. El número de instalaciones y servicios deportivos no ha parado de crecer en los últimos 30 años. Sin embargo, nunca habíamos llevado una vida tan sedentaria como en el presente.
El sendentarismo se considera una de las más preocupantes epidemias de cara al futuro. Los trabajos requieren menor esfuerzo físico y al día podemos pasar ocho horas o más sentados delante de un ordenador. El modelo de movilidad preponderante, la forma en que acudimos al trabajo, a realizar compras o a tener nuestros momentos de ocio, se basa principalmente en los desplazamientos motorizados. Nuestro propio ocio también se ha vuelto más sedentario, prevaleciendo actividades más estáticas. Por no hablar del juego de niñas y niños, que además de haberse reducido en tiempo, también lo ha hecho en requerimiento físico. Esta realidad ha llevado a que el sedentarismo y con él, el sobrepeso y la obesidad, hayan alcanzado niveles de primer orden de preocupación en materia de salud pública.
En todo este proceso de aumento del sedentarismo el modo en que diseñamos y gestionamos nuestras ciudades tiene buena parte de responsabilidad. Hemos diseñado ciudades para los coches en las que más de la mitad del espacio público se dedica a los vehículos a motor, para circular y estacionarlos.
Especialización de espacios
A la hora de planificar nuestras ciudades, durante muchos años la apuesta ha sido por la especialización de espacios, dividiendo la ciudad en diferentes espacios funcionales: polígonos empresariales, parques de ocio, centros comerciales, zonas residenciales… Este modo de diseñar las ciudades ha impulsado en buena medida la necesidad de desplazarnos en coche privado. Caminar o ir en bicicleta se hace tarea imposible debido a las distancias o directamente a que no existen vías para ello.
Ambientes obesogénicos, aquellos que promueven la acumulación de grasa
Algunos trabajos académicos se refieren a estos entornos como «ambientes obesogénicos», esto es, que promueven la acumulación de grasa. Las ciudades, tal y como se han diseñado, promocionan el sedentarismo de quienes en ellas habitan.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), consciente de esta realidad publicó en el año 2008 el documento A Healthy City is an Active City: A Physical Activity Planning Guide, una guía que supuso el impulso definitivo al concepto de ciudad activa. En dicho trabajo se define una ciudad activa como aquella ciudad que continuamente crea y mejora oportunidades en los entornos construidos y sociales y amplía los recursos de la comunidad para que toda la ciudadanía pueda ser físicamente activa en su día a día. “Conoce y fomenta el valor de la vida activa, la actividad física y el deporte. Proporciona oportunidades para la actividad física y una vida activa para todas las personas”.
Repensar las ciudades
Numerosos países están adoptando este modo de entender la relación entre la ciudad y los hábitos de salud de su población. Los países nórdicos, Gran Bretaña, Alemania o Dinamarca llevan años trabajando en esta línea. Estados Unidos también está apostando por esta forma de repensar sus ciudades, siendo Nueva York, con su Center for Active Design el principal referente a nivel mundial en materia de investigación y promoción del diseño activo de ciudades.
Cuando una ciudad apuesta por orientarse hacia la salud y la actividad física de su ciudadanía no es que trate de llenar sus calles y plazas con equipamientos deportivos. Su objetivo es facilitar la vida activa, esto es, introducir el factor de la actividad física en la vida cotidiana de las personas. Para lograr esto la ciudad activa se centra en diferentes áreas de intervención.
La movilidad se ha mostrado el ámbito más poderoso sobre el que actuar en materia de actividad física
Una de ellas, y la que mayor efecto tiene, es la movilidad. La ciudad activa fomenta la bicicleta y el caminar frente a los modos de transporte motorizados. La movilidad se ha mostrado el ámbito más poderoso sobre el que actuar en materia de actividad física. La investigación académica muestra la relación directa entre el impulso a políticas en favor de la bicicleta y la peatonalización, con mejoras importantes en los niveles de actividad física y reducción del sedentarismo de la población.
Tenemos un caso muy cercano que es ejemplo a nivel internacional. La ciudad de Pontevedra recibió el primer premio del Center for Active Design en reconocimiento a su política en materia de movilidad y promoción de la vida activa entre su ciudadanía.
Usos del suelo urbano
Sin embargo, estas políticas de fomento de la movilidad activa deben ir acompañadas de un buen modelo de usos del suelo urbano. La ordenación urbana debe buscar la mezcla de usos, desechando la zonificación y especialización espacial que tan en boga han estado en las últimas décadas. Dentro de cada zona o barrio de una ciudad activa deben planificarse espacios para vivir, trabajar, comprar, divertirse y relacionarse. De este modo, se fomentan los desplazamientos a pie o en bicicleta. La ciudad activa es una ciudad accesible en todos los sentidos.
Los niños y niñas son grandes beneficiarias de las propuestas de la ciudad activa
Otro aspecto clave es la calidad del espacio público, de las zonas verdes, de las plazas y áreas de recreo. La calidad del espacio público, su atractivo, su seguridad, la calidad y comodidad de sus elementos son fundamentales para que la población pueda disfrutar del mismo y pueda llevar una vida activa saliendo a la calle, a pasear, a jugar. Como puede imaginarse, los niños y niñas son grandes beneficiadas de las propuestas de la ciudad activa, que planteará su autonomía para el juego y para el desplazamiento como fundamentos para su adecuado desarrollo personal y físico.
En definitiva, la ciudad activa es otro modo de enfocar una problemática muy presente en nuestras ciudades como es la pérdida de calidad de vida en las mismas. En este sentido, las propuestas de ciudad activa no difieren mucho de las propuestas realizadas desde otros enfoques como son la ciudad sostenible, la ciudad accesible, la ciudad de los niños, la ciudad caminable, la ciudad amigable… Bajo todos estos adjetivos que le colocamos a la ciudad hay una gran idea subyacente: la ciudad para las personas.
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