No digo nada nuevo al afirmar que los nuevos estadios de fútbol son las catedrales del siglo XXI, nuevos iconos urbanos en las ciudades que tratan de mostrar una imagen de modernidad. El profesor José Javier Azanza, explica como en el siglo XXI, tras varias etapas anteriores de evolución, aparecen los estadios postmodernos, en los que destaca tres aspectos fundamentales:
- Diseño arquitectónico firmado por relevantes arquitectos de renombre mundial.
- Importantes mejoras en seguridad y confort.
- Carácter flexible y multifuncional, convirtiendo el estadio de fútbol en un recinto polivalente capaz de albergar numerosos usos.
A estas características les añadiría una más que se está incorporando en los últimos años, siguiendo la estela de los estadios deportivos norteamericanos, la incorporación de infraestructuras y servicios tecnológicos para amplificar la experiencia del espectáculo y adaptarse a las nuevas demandas.
En su artículo en la revista Jot Down, el arquitecto y columnista Pedro Torrijos, nos recuerda que
Ya lo dijeron Guy Debord, Gilles Deleuze y Jean Baudrillard en los sesenta y lo enunció arquitectónicamente Robert Venturi en los setenta: la arquitectura de la contemporaneidad es la arquitectura del anuncio, de la fachada. La arquitectura del espectáculo.
En efecto, los nuevos estadios tratan de ser un espectáculo en sí mismos y amplificar el que transcurre en su interior.
En lo que respecta a la capacidad de albergar numerosos usos, los estadios siguen una lógica clara tratando de ser productivos el mayor número de días y horas posible, no sólo cuando se jueguen partidos, ofreciendo servicios comerciales, de hostelería, ocio, etc. Es bueno que se siga esta lógica ya que hay que tratar de rentabilizar una infraestructura dada la fuerte inversión que conlleva y las posibilidades que se abren a quien lo explota, normalmente el club local.
Sin embargo creo que es necesario incorporar otro aspecto a los nuevos espacios y es el producir un efecto positivo en el entorno socioeconómico de la ciudad, más allá de una imagen moderna con mayor o menor impacto real y la creación de un nuevo centro de ocio. En algunos estadios ya podemos encontrar que se cuenta con espacios para actividades culturales, sociales, que muestran una cara responsable del club con el entorno al que pertenece.
No podemos obviar que generar un nuevo centro comercial y de ocio en un entorno urbano tiene un efecto sobre el tejido socioeconómico más cercano. En ocasiones este impacto puede tener consecuencias negativas para ese entorno, y beneficios para quien lo explota. La clave entonces estará en cómo diseñar ese estadio, qué actividades debe incorporar y en qué condiciones para que tanto el club que lo gestiona como su entorno se beneficien de las posibles plusvalías generadas.
Al igual que el estadio como pieza arquitectónica se inserta en la trama urbana, el estadio como centro de actividad debe insertarse en el entorno socioeconómico de la ciudad. Para ello será necesario tratar de encajar sus usos y las dinámicas que genera dentro de los distintos planes y proyectos sociales, culturales, de comercio, de promoción empresarial, etc. que tenga la ciudad.
Para hablar sobre este tema (y sobre el impacto de los eventos, que ya escribí el post anterior) tuve ocasión de hablar el miércoles en Espacio Mendizorrotza, en una conferencia organizada por Álava Emprende y el Club Deportivo Alavés. El Espacio acoge una exposición del anteproyecto que propone el club para modernizar su estadio.
Considero muy positivo que un club como el CD Alavés acoja en el marco del proyecto de remodelación de su estadio actividades de formación y discusión sobre estas cuestiones. Que en este contexto se planteen estos asuntos dan muestra de la sensibilidad de un club con su entorno. Cuando lo habitual suelen ser mensajes absolutamente optimistas, plantear estas cuestiones es de agradecer y muestran la importancia que el club le da a la ciudadanía y al territorio del que forma parte.
Tras las exposiciones y las preguntas salí con una idea reforzada y es la necesidad de la colaboración público-privada-social para que un proyecto de este tipo sea capaz de generar las mayores plusvalías posibles tanto para el club como para la ciudad. Una colaboración entre el club, las instituciones y la ciudadanía que permita marcar las orientaciones fundamentales que deberán guiar el diseño del estadio y su programa de usos. Una colaboración no entendida en términos de concesiones (dejar espacios a cambio de financiación) sino en términos de cooperación que permitan un diseño satisfactorio para todos los agentes y la ciudad/territorio en general.
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