El tiempo como derecho de una ciudadanía activa

El tiempo no es oro, el oro no vale nada. El tiempo es vida (José Luis Sampedro)

Introduzco en Google esta lúcida frase del gran profesor y las primeras referencias que obtengo muestran algo así como el sentido de la vida. Hablan de «decidir», «elegir», «escoger», «optar», «seleccionar»… De hecho, varias páginas dedicadas a las finanzas y al mercado especulativo, brokers triunfadores con blogs, me exhortan a «ser dueño de mi tiempo». Uno de ellos me desea que aproveche las oportunidades que van a ofrecer las bolsas de Hong Kong, Tokyo, Sidney o Londres. ¡Si José Luis Sampedro viese cómo se interpreta su frase!

La mayoría de las referencias que obtendremos en los buscadores de internet sobre el uso del tiempo se enfocan desde una perspectiva de organización personal. Una decisión individual en la que cada persona es totalmente libre para decidir cómo emplea su tiempo. Frases de coaching y entrepreneurship muy ligadas a la idea de crecimiento profesional (y personal, con un gran peso del anterior) que tanto se prodiga en los últimos años. «Si estás en paro emprende y búscate la vida». «Sólo tú eres responsable de tu éxito o fracaso». «Tú decides lo que haces con tu tiempo». La idea de fondo es una exaltación del individualismo sin factores del entorno. Las personas ajenas al contexto y las circunstancias en las que nacen y viven. La situación social como responsabilidad exclusivamente individual. Los logros individuales son la base de un modelo de comunidad individualista (oxímoron). Sin embargo el entorno importa. ¡Vaya si importa!

Salud, actividad física y usos del tiempo

El tiempo de trabajo es el que condiciona los demás tiempos de vida. Sin embargo, la capacidad de mantener el equilibrio deseado entre este tiempo y otros tiempos personales es un factor clave de eso tan abstracto que llamamos calidad de vida. El tiempo aún se entiende como una cuestión de organización personal, olvidando su dimensión social. Pero el tiempo y su gestión no son un asunto privado y viene condicionado por el entorno económico, social, cultural o político.

Habitualmente se establecen cuatro categorías de análisis de los usos del tiempo: el trabajo remunerado, el doméstico y familiar, el tiempo de cuidado personal y el tiempo de ocio (Usos del tiempo y salud). En la mayoría de investigaciones la actividad física y la práctica deportiva normalmente se consideran actividades dentro del tiempo de ocio y aquí es donde surgen las primeras dudas. Dado que el tiempo de cuidado personal se asocia a las tareas de mantenimiento del cuerpo, ¿las actividades físico-deportivas deben ser consideradas dentro del tiempo de ocio o del tiempo de cuidado personal?

Por otro lado, al limitar las actividades físico-deportivas a la consideración de tiempo de ocio, estamos restringiendo mucho las posibilidades en materia de promoción de la vida activa de la ciudadanía, reduciendo los ámbitos de actuación a aquellos que acogen tiempos y actividades de ocio. Desde un enfoque de promoción de la vida activa creo que debemos considerar la actividad física en todos los tiempos, tanto en el ocio, en el cuidado personal, en el familiar y en el laboral.

Desigualdades en los usos del tiempo

El análisis de las estadísticas sobre actividad física y usos del tiempo muestra dos factores clave: el género y la clase social.

La Encuesta de Salud del País Vasco 2013 revela que el género es determinante en los niveles de actividad física entre el grupo de población que tiene mayores dificultades de conciliación, el de 25 a 44 años. Un 40.6% de hombres afirma haber realizado una práctica de actividad física alta, frente al 25,8% de mujeres. En este grupo de edad, el principal motivo manifestado por el que no se realiza más actividad física es “Por falta de tiempo debido a mi trabajo, mis obligaciones familiares o de cuidado”. Un 57,3% de las personas de ambos sexos lo afirman, siendo el segundo motivo “Por falta de voluntad” con un alejado 27,8%. En mujeres es mayor que en hombres.

En otro apartado de la misma encuesta, en el dedicado al estudio de los tiempos dedicados a los cuidados, labores del hogar y conciliación, muestra importantes diferencias entre ambos sexos. Frente a un 81,3% de mujeres 25-44 años que realizan labores del hogar, el porcentaje de hombres baja a un 52,4%. Las mujeres dedican 7 horas semanales más (15,8 h.) que los hombres (8,9 h.) a las labores del hogar. Respecto a las horas dedicadas al cuidado tanto de personas adultas como de menores edad, la diferencia es mayor, 20,6 horas las mujeres y 9,6 horas los hombres.

En lo relativo a los usos del tiempo y los niveles de actividad física son de destacar los datos mostrados por el estudio “Usos del tiempo y salud” elaborado por el Ajuntament de Barcelona. Es interesante el análisis que realizan de los niveles de actividad física y de sedentarismo en función del sexo, del tipo de empleo y nivel socioeconómico. En él muestra que los factores clave son:

  • El género: las mujeres son más sedentarias y practican menos actividad física en sus tiempo de ocio, siendo este tiempo menor.
  • La clase socioeconómica: las mujeres de clase manual, sean amas de casa, trabajadoras o conformen una familia monomarental, presentan niveles de actividad física similares, mucho más bajos que las mujeres de clase no manual. También en hombres las diferencias de clase tiene su reflejo en niveles más bajos de actividad física de la clase manual.

Usos del tiempo y vida activa

Como decía en el apartado anterior, limitar las actividades físico-deportivas a la consideración de tiempo de ocio supone acotar en exceso las posibilidades de promover estilos de vida activos. Al incluir los otros tiempos pueden plantearse actuaciones que fomenten la actividad física en todos ellos y en muy diferentes ámbitos:

Tiempo de ocio y tiempo de cuidado personal

Puede ser bastante discutible en cuál de estos dos tiempos incluir las actividades físico-deportivas, incluso si existe un límite de tiempo de práctica a partir del cual deja de ser una actividad de cuidado personal y pasa a ser una de ocio. En la práctica, a la hora de diseñar políticas y programas de la actividad física esta diferenciación puede ser útil para sensibilizar a la población de la necesidad de práctica. También se dan cuestiones de género importantes, en las que se observa cierta tendencia a que las mujeres sean más comprensivas con la necesidad de práctica deportiva de los hombres que con su propia necesidad. No parece que el género sea el factor clave de esta necesidad y sí que sea una cuestión de roles socialmente asumidos.

Tiempo de trabajo

La actividad física también puede incorporarse, de hecho cada vez está más presente, en los tiempos de trabajo. Puede incorporarse en los tiempos de desplazamiento al trabajo, diseñando políticas de promoción de la movilidad activa (en bicicleta o caminando), lo que conlleva a su vez modificaciones del entorno urbano. También se incorpora en los tiempos de trabajo directamente, mediante la creación de programas de promoción de la actividad física en las empresas. La mejora de productividad y de satisfacción de las personas que participan en programas de este tipo, están llevando a que cada vez más empresas los incorporen dentro de su estrategia empresarial y surjan servicios muy especializados en el diseño de este tipo de programas.

Tiempo familiar

Incluir actividades físico-deportivas en el tiempo familiar es clave no sólo para que las personas adultas puedan llevar una vida activa, también lo es para generar hábitos activos en niñas y niños. Madres y padres serán un referente fundamental para el establecimiento de estos hábitos. No es de extrañar que en las encuestas, las principales demandas para conciliar familia y actividad física sean la organización de actividades conjuntas de personas adultas y menores o la coordinación de horarios de las actividades.

También es importante pensar en los espacios abiertos, que ofrezcan la oportunidad de practicar diferentes actividades para adultas y menores, saliendo de la lógica clásica de parques para menores y canchas para mayores.

Por último, una necesidad habitualmente expresada es la falta de conocimiento de posibles actividades. En este sentido, la elaboración de guías de recursos para la actividad física y la difusión de los mismos permite proporcionar posibilidades a las familias que quieren ser más activas pero no saben cómo.

Usos del tiempo, diseño y gestión de la ciudad activa

Aplicar a la ciudad el enfoque del derecho ciudadano de uso del tiempo lleva a planteamientos compartidos con los de las ciudades activas.

La cercanía de servicios y equipamientos es fundamental para facilitar un mejor uso del tiempo, desechando los modelos de segregación funcional de la ciudad y optando por la mezcla de usos y la proximidad. Esto, además de mejorar la capacidad de gestionar le tiempo, facilita los desplazamientos a pie o en bicicleta. En este sentido, la apertura de espacios para usos comunitarios, como son los patios de centros escolares, es una medida habitualmente propuesta desde ambos enfoques. También lo es la creación de parques y espacios abiertos que puedan acoger múltiples actividades y faciliten la creación de lazos comunitarios a nivel de barrios.

En definitiva, incorporar el tiempo en la planificación urbana supone actuar en ámbitos como los usos del suelo (la mezcla de usos reduce los tiempos de obligaciones), el modelo de movilidad (fomentando modelos de cercanía y desplazamientos a pie o en bicicleta), los usos compartidos (patios escolares y plazas), la calidad del espacio público que estimule a su uso y facilite el encuentro y la actividad social, los equipamientos de cercanía, etc. Todas estas medidas y muchas más son ejemplos de que un modelo de ciudad activa incorpora la consideración del tiempo.

Por otra parte, es necesario incorporar el tiempo también en la gestión de la ciudad y sus servicios. Facilitar servicios y equipamientos no es simplemente una cuestión de distancia, sino también de disponibilidad horaria. Las instalaciones abiertas, los servicios multi-horario o las ventanillas únicas, permiten una mejor gestión del tiempo de las personas.

En definitiva, la incorporación del tiempo en el diseño y la gestión de la ciudad redundará en una ciudad más amable para todas las personas y con más facilidades para una vida activa.

Imagen: Time de Nick Webb en Flickr

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