La gestión como interruptor y regulador del FrontON-FrontOFF

Historia 1: el arquitecto y el frontón

Fue hace unos años, trabajando en el Plan de Instalaciones Deportivas de un municipio vasco. En la plaza central de este municipio se ubica un espléndido frontón cubierto. Durante el proceso de elaboración del Plan, en una reunión con el arquitecto municipal éste me dijo:

– Yo el frontón lo trasladaría. No tiene sentido que una instalación deportiva esté ubicada en la plaza central. Quien quiera jugar a pelota puede hacerlo fuera del centro del pueblo

Me quedé bastante descolocado con la propuesta del arquitecto municipal. – ¿Pero consideras que el frontón es una instalación simplemente para hacer deporte?

– Claro, ¿qué es entonces?

Los frontones en Euskadi históricamente han sido mucho más que una instalación para practicar deporte. Los frontones, dentro de su sencillez arquitectónica (dos paredes) son el gran protagonista del núcleo de los pueblos, conformado por el ayuntamiento, la iglesia y el frontón. El frontón, dentro de su humildad en cuanto a volumen y diseño, tiene un mayor protagonismo social que los otros dos. Ante la representatividad del poder político del ayuntamiento, y del poder eclesiástico de la iglesia; el frontón es el gran representante del poder popular en la plaza del pueblo. Es un espacio de ocio en contraposición a espacios de orden y poder.

En el frontón, además del juego de pelota, se celebran importantes eventos sociales para la localidad como ferias, mercados, bailes populares, juegos de todo tipo, bodas, exposiciones culturales… Es punto de encuentro y espacio lúdico de actividades muy diferentes al juego de pelota. Los frontones son más que una instalación deportiva, son espacios de referencia de la vida social.

El arquitecto en cuestión consideraba el frontón como una instalación deportiva con una única finalidad: jugar a pelota y que fuese de un modo organizado y reglamentado. Este arquitecto quería un FrontOFF.

Historia 2: el responsable de espacio público y los espacios deportivos

Más recientemente, en un proyecto para el diseño de la Estrategia del Deporte para la mejora integral de una ciudad. En una reunión con el Director del Área de Espacio Público (es positivo que la ciudad tenga esta figura), hablando sobre cubrimientos para una mayor utilización de ciertos espacios públicos, me decía:

-Mira, lo que yo no quiero es hacer espacios cubiertos y que sólo se utilicen para deporte. Si cubrimos un área que sea para practicar deporte, jugar, montar ferias, comidas de vecinos o mercadillos. Quiero dar cobertura a espacios sociales.

Disfruté toda esa reunión. De hecho la persona que vino conmigo me dijo que se me notaba que no quería que terminase.

Este Director quería espacios FrontON, aunque no fuesen para el juego tradicional de la pelota.

La inseguridad «apaga» el espacio deportivo: FrontON-FrontOFF

Fue en su magnífica conferencia de clausura y síntesis de los X Encuentros de Políticas Deportivas en los Municipios cuando Juan Aldaz puso la primera piedra de la teoría del FrontON-FrontOFF. Habíamos hablado sobre este tema en algunas comidas en la cafetería de la universidad. Pero en su conferencia hiló estas ideas peregrinas de las que hablábamos en la cafetería con los contenidos de los encuentros.

Recientemente he leído el excelente artículo que publicó junto con Laura Vozmediano y César San Juan «¿Son los espacios urbanos deportivos de libre acceso lugares FrontON o lugares FrontOFF?»[i]. Es realmente interesante la idea que plantean sobre la omisión de aspectos relacionados con la seguridad en el diseño de los espacios deportivos. La seguridad percibida es un factor fundamental para generar dinámicas sociales positivas en los espacios urbanos. ¿Es posible que la ausencia de criterios de seguridad derive en que estos equipamientos terminen siendo usados para otro usos poco cívicos y su uso deportivo termine por ser residual o desaparecer? ¿Puede la inseguridad percibida desactivar estos espacios deportivos? ¿Puede un FrontON derivar en un FrontOFF por la sensación de inseguridad?

Como digo, estas cuestiones me parecen realmente relevantes. Es necesario incorporar una perspectiva transversal, en el que se contemplen criterios de movilidad, accesibilidad y seguridad en el diseño y gestión de estos espacios. Y por supuesto, aún con todas las dificultades que encierra, desarrollar un sistema de evaluación post-ocupacional de los mismos.

Además de la hipótesis planteada en el artículo, me interesa mucho la opuesta:

¿Pueden los criterios de seguridad, mantenimiento y su gestión «apagar» un espacio deportivo?

Es necesario entender que el deporte es un sistema social abierto en estrecha relación con otros sistemas como el educativo ,el político o el económico. Además las prácticas deportivas son extremadamente cambiantes. Surgen nuevas prácticas, en ocasiones de hibridar con prácticas tradicionalmente no consideradas deportivas.

De estas características de sistema abierto, altamente variable y en constante evolución se desprende la dificultad de diseñar instalaciones que se adapten a las necesidades y gustos a medio y largo plazo. Es llamativo el resultado que muestran en el artículo (Aldaz et al., 2015) de que el 44% de las personas encuestadas afirman que nunca acuden al lugar en el que han sido entrevistadas a practicar deporte. Estos son principalmente espacios de encuentro.

En este sentido se refuerza la necesidad de polivalencia de los espacios. Estas áreas deben ser capaces de acoger diferentes tipos de actividades, deportivas y de otro tipo. De ahí que el gran ejemplo que tomamos como referencia sea el FrontON como referente de espacio multifunción.

Sin embargo, en muchas ocasiones hemos visto que al tratar de aplicar criterios de seguridad, de mantenimiento y de facilidad de gestión, las alternativas han llevado a cerrar esos espacios. El cerramiento, el torno, la reserva de horas se han implantado y esas instalaciones han alcanzado la categoría de FrontOFF.

Niñas y niños ya no pueden acceder a él si no hacen una reserva de horas. Las personas mayores ya no se sientan en sus pequeñas gradas a charlar. Otros usos sociales desaparecen ya que se considera que penalizan su uso «verdadero», la funcionalidad deportiva.

El reto del interruptor-regulador

De este modo nos encontramos con una situación compleja. Si no aplicamos criterios de seguridad y mantenimiento el espacio abierto puede dejar de cumplir su función deportiva e incluso social. Pueden convertirse en FrontOFF por la sensación de desasosiego que generen ciertas actitudes incívicas. Pero por otro lado, si optamos por sistemas agresivos, muy habituales por otra parte, de limitaciones de usos y tiempos, podemos anular la característica de espacios de encuentro de estos lugares.

En este sentido, desde la planificación y el diseño de estos espacios deberán tenerse en cuenta esta polivalencia de usos, deportivos y otros. Pero es la gestión, el modo y las herramientas que se emplearán, las que actuarán como regulador de la intensidad de los distintos tipos de prácticas. Una gestión despreocupada puede «apagar» el espacio por falta de seguridad y una gestión restrictivamente deportiva puede hacerlo por ahogamiento. Es en esta gestión y en sus herramientas donde recae el secreto del FrontON.

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[i] Aldaz, J.; Vozmediano, L. y San Juan, C. (2015) ¿Son los espacios urbanos deportivos de libre acceso lugares FrontON o lugares FrontOFF?. En International e-Journal of Criminal Science, Artículo 4, Número 9 (2015) – Link

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Imagen portada: Frontón Villamayor de David Hunkins en Flickr

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