Ciudadanía activa en entornos urbanos

Un contexto histórico

Georges-Eugène Haussmann tenía 43 años cuando recibió el encargo de Napoleón III de que «modernizara» París. Su misión era transformar la capital francesa en una ciudad más segura, con mejores casa, que facilitase el comercio y fuese más salubre.

Los callejones cubiertos de lodo y basura debían desaparecer. Las comunidades debían ser más hospitalarias, el tránsito más fluido y sobre todo, París debía ser más segura. Eso especialmente. «Todo limpio y en orden» parece que le debió decir Carlos Luis Napoleón Bonaparte al barón Haussmann.

A pesar de que se reconoce a Louines Kuhne como el ideólogo de la corriente conocida como Higienismo, es Haussmann el baluarte de esta ideología-práctica. Su apellido está indisolublemente ligado a esta corriente naturópata.

El caso es que Haussmann, entre sus cometidos no sólo tenía librar a París de las miasmas y hacerla más salubre. De hecho esa no era su principal misión.

Su planeamiento fue radicalmente moderno. Haussmann había estudiado Derecho y logró permitir la expropiación forzosa, en contra del casi intocable derecho de propiedad privada que regía en aquella época. Eliminó calles, derribó edificios, casas, apartamentos y abrió grandes vías, introdujo avenidas, espacios abiertos, plazas, jardines y ensanchó calles. Facilitó el soleamiento y la aeración de las calles con un planeamiento basado en amplias avenidas. Además, lo hizo bonito. Esa combinación de plazas, parques, jardines, alturas uniformes y puntos de referencia (Gran Palacio de la Ópera o Arco del Triunfo) hacen de París una ciudad estéticamente maravillosa.

Pero estas virtudes estéticas y salubristas, con toda su importancia, no eran el objetivo principal. Esa estética debía ser parte de una ética determinada. La ética del orden impuesto por Bonaparte. Esa estética de espacios abiertos y amplias avenidas se subordinaba a una ética autoritaria. Las calles y avenidas debían impedir físicamente las revueltas, la colocación de barricadas y debían facilitar el movimiento de las fuerzas del orden. Las anchas calles además de permitir la entrada de la luz solar y la saludable aireación, debían facilitar la circulación de batallones y de la artillería. Las primeras facilitarían la salud biológica, las segundas la «salud social».

El resultado fue una expulsión de las clases trabajadoras del centro de la ciudad hacia los barrios de la periferia. La burguesía tomó el centro tras la represión de la comuna de París. El centro de París pasó a ser un entorno saludable y especialmente seguro.

Una perspectiva actual: la Ciudad Activa y Saludable

La Organización Muncial de la Salud en el año 1986 pone en marcha el programa “HealthyCities” (Ciudades Saludables), enmarcado en la doctrina de promoción de la salud de la Carta de Ottawa (OMS, 1986)[i]. En esta Carta se recoge la necesidad de reorientar los servicios sanitarios y sus recursos hacia la promoción de la salud y a compartir el poder con otros ámbitos y disciplinas y con la propia población.

El concepto de Ciudades Saludables ofrece “un nuevo marco para afrontar la crisis de los sistemas locales de salud, que sin abandonar los instrumentos útiles técnicos y de gestión, propone utilizar la cooperación intersectorial y la participación comunitaria como estrategias para un mayor control de las ciudades, sobre su propia salud y la de la ciudad”( Spagnolo y Costa, 1991)[ii].

Es dentro de este marco de Ciudades Saludables en el que se impulsa el concepto de Ciudades Activas, entendiéndose como aquella ciudad que continuamente crea y mejora oportunidades en los entornos construidos y sociales y amplía los recursos de la comunidad para que toda la ciudadanía pueda ser físicamente activa en su día a día. “Conoce y fomenta el valor de la vida activa, la actividad física y el deporte. Proporciona oportunidades para la actividad física y una vida activa para todas las personas” (Edwards y Tsouros, 2008)[iii]

De la ciudad a la ciudadanía activa

En esa definición de Ciudad Activa se remarca que deben trabajarse tanto el entorno físico como el social, sin embargo el enfoque social de la Ciudad Activa suele tratarse de un modo bastante secundario. De hecho, los trabajos más reconocidos se centran en el «diseño urbano activo». ¿Cómo diseñar un entorno urbano que impulse a la vida activa?

Esto tiene cierta lógica. Actuar sobre el espacio físico, del diseño de calles, plazas, equipamientos… es relativamente sencillo. Trabajar sobre el entorno social es mucho más complicado. Sin embargo, actuar sólo sobre el espacio físico sin tener en cuenta el entorno social suele ser poco efectivo, además de que tienden a desequilibrar aún más los niveles de actividad física, salud y bienestar en la población (dinámicas como la ‘greentrification‘ o la revalorización inmobiliaria de zonas cercanas a parques, carriles-bici o equipamientos deportivos )

Es importante superar ese enfoque higienista de las Ciudades Activas, un planteamiento conductualista que se centra en el diseño de los espacios para influir en el cambio de comportamiento y facilitar estilos de vida más activos. La salud inducida por planteamientos únicamente técnicos sobre el entorno, en una especie de «maquetismo ilustrado». Todo para el pueblo, pero sin el pueblo; planificando sobre maquetas desde la superioridad que creemos que nos otorga nuestro conocimiento técnico.

De aquí que las políticas sobre el entorno social sean tan importantes. Son el contrapeso al peligro del “higienismo hausmanniano” de los proyectos de diseño activo únicamente centrados en el espacio físico sin una consideración de los desequilibrios sociales y sus efectos sobre los niveles de actividad física.

Sobre eso tuve oportunidad de hablar en la jornada «La promoción de la salud a través de la Actividad Física y el deporte. El reto público en las sociedades urbanas en el S.XXI» organizada por la Universitat Politèctica de Valencia, el COLEF CV y GEPACV. Aquí dejo la presentación que empleé.

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[i] Organización Mundial de la Salud. Ottawa Charter for Health Promotion. Geneva, Switzerland: WHO, 1986

[ii]Spagnolo, E.; Costa, J. (1991) “Barcelona: el proyecto de «ciudades saludables». Un marco para los sistemas locales de salud”. En Ciudad y territorio: Estudios territoriales, Nº 90, 1991 , págs. 119-132

[iii] Edwards P, Tsouros AD (2008). A Healthy City is an Active City: A Physical Activity Planning Guide. World Health Organization.

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