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La incorporación de la ciudadanía a los ecosistemas de innovación, paso de la Triple Hélice a la Cuádruple Hélice, requiere de nuevas instituciones y redes que permitan la colaboración de todos los agentes: administración, empresas, academia y ciudadanía. Con este objetivo han emergido diferentes estructuras de innovación ciudadana como los living labs, los fablabs, o los laboratorios ciudadanos.
¿Qué es un laboratorio ciudadano?
Podemos definir un laboratorio ciudadano como un dispositivo para el encuentro de diferentes agentes que exploran soluciones innovadoras y activan dinámicas de inteligencia colectiva. Estos dispositivos podrán materializarse en instituciones, espacios y programas, pero lo realmente importante es la red de conocimientos y relaciones orientadas a la detección de oportunidades de mejora social y desarrollo de prototipos orientados a dicha mejora.
Los laboratorios ciudadanos tratan de impulsar la actividad innovadora entre la ciudadanía e incorporarla en los sistemas de innovación de la sociedad-red. Son dispositivos sociales orientados a la apertura de los sistemas de innovación. Incorporan a los propios usuarios y ciudadanos como actores activos y no sólo como meros usuarios pasivos, impulsando así la innovación abierta y colaborativa.
Además de adoptar modelos de innovación de usuario, los labs tratan de extender el concepto de innovación más allá de la tecnología y se articulan en torno al concepto de innovación social, tratando de encontrar mecanismos y soluciones que resuelvan necesidades sociales desde un enfoque de sostenibilidad.
Un lab de innovación deportiva
El crecimiento de las tecnologías digitales y las telecomunicaciones han generado el surgimiento de nuevas prácticas y actores deportivos. La digitalización ha traído un cambio de paradigma que ha hecho temblar los cimientos sobre los que habíamos asentado los sistemas deportivos. Han cambiado las prácticas, consecuentemente también los espacios, los actores que impulsan esas prácticas y que conforman el ecosistema deportivo e, incluso, ha cambiado el propio concepto de deporte.
El sistema deportivo que habíamos erigido a partir del concepto clásico del deporte y al que se le sumó la gran aportación del “deporte para todos” encuentra grandes dificultades para adaptarse a los cambios sobrevenidos con la digitalización. Centrándome en las políticas deportivas, a mi juicio, uno de las grandes limitaciones con las que nos encontramos es la baja capacidad de adelantarnos a los cambios o, al menos, reaccionar ágilmente a los mismos.
Creo que para poder adaptarnos a la velocidad de los cambios necesitamos incorporar dinámicas y sistemas “sensibles” que traten de detectar las nuevas necesidades, demandas u oportunidades mucho antes de lo que los están haciendo los sistemas deportivos actuales. Es en este ámbito en el que observo la gran oportunidad de un lab de innovación deportiva.
El impulso de redes de colaboración entre todos los agentes (administración, empresa, universidad y ciudadanía) puede dotar de una mayor agilidad a los flemáticos sistemas deportivos para ser capaces de dar respuesta a las necesidades existentes cuando éstas surgen, no cuando ya están enquistadas. La ciudadanía es el mejor “radar” existente de las demandas y oportunidades de mejora social. Su colaboración es clave en este proceso de agilización de las políticas deportivas.
Innovación ciudadana ante los desafíos del deporte en la Smart City
Las ciudades y territorios están comenzando a jugar un papel importante en los sistemas de innovación (Serra, 2013)[i]. La relación entre territorio e innovación data de los años 80 y 90 cuando bajo la idea de “ciudades digitales” se trataba de entender las dinámicas que favorecían la incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación en determinados lugares frente a otros.
Más tarde, en torno al año 2010 comenzó el despegue del término Smart City, fruto de los esfuerzos de las enormes maquinarias promocionales de grandes empresas tecnológicas como IBM, Siemens, Microsoft o Cisco. Un concepto básicamente promocional que ofrecía dos ideas básicas: eficiencia y modernidad. Esta noción de ciudad ha sido muy criticada por numerosos autores, El famoso sociólogo Richard Sennet alerta del peligro de ceder la inteligencia colectiva a esa gran ¿inteligencia? artificial centralizadora ya que existe el riesgo de que estas nuevas tecnologías puedan reprimir los procesos inductivos y deductivos que usa la gente para encontrar sentido, a sí mismos, en las complejas condiciones en las que viven.
Ese modelo de Smart Cities es obsoleto y se apoya en un modelo cerrado, centralizador y orientado a la eficiencia con el clásico término “de ‘fordista’ – es decir, cada actividad tiene un lugar y un tiempo apropiado”. Este tipo de diseños, como el inicial de la Smart City, reducen la capacidad de desarrollo de las sociedades y las posibilidades de adecuación a las necesidades reales de las personas, reduciendo el papel de ciudadanos al de mero consumidor de servicios municipales.
Entiendo que en la situación actual del sistema deportivo el debate no se centra tanto en la eficiencia, sino en el modelo y las políticas deportivas que no son capaces de adaptarse ágilmente a la dinámica deportiva de la sociedad.
En este sentido, la innovación debe ser parte del proceso de hacer ciudad/territorio y del desarrollo de su realidad deportiva. Es aquí donde los laboratorios ciudadanos pueden jugar un papel estratégico en el desarrollo de las políticas deportivas situadas, adaptadas a la realidad de cada territorio.
Frente a la Smart City fundamentada en sensores, Internet of Things (internet de las cosas) e Inteligencia Artificial, podemos hablar de Smart Citizens, en la que la ciudadanía es el centro de la inteligencia de una ciudad.
Las personas, sus conocimientos sobre la realidad local en la que viven e interactúan y su capacidad para generar propuestas de cambio pueden ser el gran recurso para generar sistemas de innovación deportiva abiertos y situados.
¿Cómo materializarlo?
No existen muchos casos de laboratorios de innovación ciudadana deportiva, pero quiero citar un caso pionero en el que estamos trabajando: ActivaLab. Junto con el Consell Esportiu del Baix Llobregat y el Citilab de Cornellá estamos trabajando en este proyecto que conjuga el proceso de elaboración de un Plan Estratégico del Deporte y la puesta en marcha de un laboratorio de innovación deportiva en la comarca.
Éste y los anteriores artículos sobre innovación son fruto de la investigación teórica realizada para su conceptualización.
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[i] Serra, Artur. (2013). Tres problemas sobre los laboratorios ciudadanos. Una mirada desde Europa. Revista iberoamericana de Ciencia, Tecnologia y Sociedad. 8.
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