
Fue en la revista Wired de octubre de 2004 cuando Chris Anderson acuñó la expresión de la “larga cola” y presentó en sociedad su teoría con el mismo título. Posteriormente, en 2006, publicó el libro The Long Tail: Why the Future of Business Is Selling Less of More en el que desarrollaba con mucha mayor profundidad su teoría.
En su teoría, Chris Anderson defendía que en la cultura y la economía había un creciente número de nichos y describía un aumento del peso en el consumo de productos y servicios minoritarios, frente al clásico modelo de productos de éxito.
Anderson no negaba la importancia de estos productos de éxito. Más bien, trataba de explicar una tendencia: gracias a la tecnología los nichos, la venta de pequeñas cantidades de muchos productos distintos, estaba siendo cada vez más rentable.
Pensando en el deporte
Lo cierto es que esta tendencia observada por Chris Anderson hace ya 18 años podemos encontrarla en el deporte. Podemos ver en la última década el número de prácticas deportivas ha crecido enormemente. Si bien la mayoría de ellas tienen muy pocos practicantes o seguidores, el volumen de todas ellas ya alcanza un número considerables.
Por supuesto, tal como explica la teoría de la larga cola, sigue existiendo una gran demanda de modalidades y manifestaciones deportivas de enorme repercusión. Pero ya no son el único mercado. Ahora los deportes de masas conviven son un número infinito de nichos de mercado (prácticas, eventos…) de todo tamaño. Siempre ha existido una gran variedad de deportes, pero a medida que ha disminuido el coste de acceso a los mismos, las personas que practican o que los ven, los encuentran más fácil. Y los deportes-nicho, a su vez, encuentran practicantes o seguidores.
La conectividad nos da acceso directo y prácticamente ilimitado a contenidos de todo tipo. A su vez, las nuevas facilidades de producción y distribución están permitiendo a prácticas deportivas de nicho compartir escena con deportes de masa (no reemplazarlos).
Las tres fuerzas de la long tail
La economía long tail se explica a partir de tres fuerzas:
- Democratizar las herramientas de producción. Es cada vez más barato producir contenidos deportivos. Un ordenador personal, un smartphone, una pequeña cámara de vídeo… todas estas herramientas han permitido extender la larga cola y cualquiera que podamos generar imágenes y contenidos deportivos.
- Democratizar la distribución de conocimiento y contenido deportivo. Gracias a internet, podemos distribuir ese contenido deportivo que hemos creado y prácticamente cualquier personas puede acceder a él. Se distribuye conocimiento, explicando cómo se practica un determinado deporte. Se distribuye contenido, mostrando las habilidades de personas familiarizadas con este deporte. Esta sencilla distribución engruesa la larga cola y permite que estas prácticas lleguen a más personas.
- Conectar la oferta y la demanda de actividades y materiales deportivos. El aumento de la conectividad ha reducido los costes de búsqueda de nuevas alternativas deportivas. Podemos encontrar con relativa facilidad ejemplos de nuevas prácticas, tutoriales de entrenamiento, materiales necesarios para esta práctica. Esta reducción de costes de búsqueda facilita la adopción de estas nuevas prácticas deportivas.
¿Y cómo gestionamos las oportunidades de este modelo para el deporte local?
Las oportunidades de esta realidad son numerosas y se dan en diferentes ámbitos. De todos modos, en este post ya me he extendido bastante. Ese es el tema de mi conferencia el jueves, 27 de noviembre, en la Universidad San Jorge de Zaragoza.