Es posible que sea consecuencia de la crisis, de los exiguos presupuestos con los que cuentan en la actualidad los municipios, que ya no pueden plantearse construir nuevas instalaciones y equipamientos y han vuelto la mirada a la calle, al espacio público.
También puede que sea una reacción ante el individualismo y la tendencia al aislamiento social y que nos lleva a plantear el interés del espacio público de nuevo como lugar de encuentro y relación.
Tal vez sea por una ampliación de miras, por dejar de ver la actividad físico-deportiva como un actividad a realizar en un espacio acotado, específico y muchas veces de obligatoria homologación para tal fin.
O esa ampliación de miras se ha insertado en la propia concepción del servicio público deportivo, que poco a poco deja de verse como un oferente de actividades y equipamientos y asume un rol de facilitador.
Por cualquiera de estas u otras razones este año en el CIDyR (Congreso Iberoamericano de Instalaciones Deportivas y Recreativas) el Urbanismo ha estado muy presente. No sólo eso, el Urbanismo y las personas, como muy bien recalcó Juan Andrés Hernando, presidente de este CIDYR y de la AIIDyR (Asociación Iberoamericana de Infraestructuras Deportivas y Recreativas) en su conferencia de clausura.
No he participado en otras ediciones, por lo que desconozco el contenido de las mismas, pero parece ser en sus ediciones anteriores el Congreso se había centrado mucho más en la construcción, mantenimiento y gestión de equipamientos e instalaciones. Este ha sido el año del Urbanismo y de las personas como fundamento del mismo y de las propias instalaciones. Urbanismo a escala humana.
Me dieron la oportunidad de presentar “Ámbitos de intervención para un urbanismo activo” y quedé muy satisfecho con el resultado y la acogida. Observo buena receptividad a las cuestiones relacionadas con la ciudad y la actividad física-deportiva. Sobre este mismo contenido hablé en el curso “Municipios Activos” organizado hace unas semanas en Irun, donde las personas que asistieron eran mayoritariamente del ámbito de la salud y el deporte y al finalizar muchas me trasladaron su interés por estas cuestiones. En esta ocasión, en el CIDyR, la mayoría de las asistentes se dedicaban a la arquitectura y al deporte, aunque más relacionadas con las instalaciones y equipamientos. La buena acogida que ha recibido el tema también desde este ámbito me alegra mucho. Observo el interés que hay desde esos distintos perfiles profesionales y confío en que la confluencia de intereses deberá tender hacia mayores niveles de colaboración entre salud-actividad física y deporte-arquitectura-urbanismo y espero que también otros ámbitos.
Los acercamientos a esta relación son diversos, ya lo comenté en la presentación y pudimos observarlo en las comunicaciones. Hubo numerosas aportaciones sobre las posibilidades de la actividad física y sus equipamientos para hacer ciudad en un sentido amplio, generar centralidades, «coser» áreas, regenerar barrios, fomentar el Capital Social. Hubo otras como la mía que se centraron en la otra relación, el diseño urbano como impulsor/facilitador de actividad físico-deportiva y las relaciones sociales consecuentes.
Lo dicho, el urbanismo y su relación con el deporte y la actividad física vuelve y espero que sea para quedarse, que no sea un recurso «barato» ante la situación de crisis y coja la fuerza que siempre hubo de tener. Que volvamos a retomar la calle como espacio de ocio y juego, y por supuesto el ocio y el juego activos.
Los espacios públicos y muchos de los servicios que se supone deben cubrir ciertas necesidades se descuidan en los tiempos de crisis. El Estado de bienestar llega a ser muy cuestionable y , como estamos comprobando, ciertas afirmaciones de nuestra Constitución como el derecho a un trabajo y una vivienda se están incumpliendo.
Muy de acuerdo con la importancia de espacios públicos de calidad como valor para toda la ciudadanía. Lamentablemente llevamos mucho tiempo observando una degradación del espacio público como espacio para el encuentro social, generador de relaciones y conversaciones, espacio para actividades más allá de las puramente comerciales.
Respecto a lo que comentas del Estado del Bienestar, creo que éste nunca ha llegado a completarse ni ha alcanzado un nivel como para poder ser considerado como tal. Efectivamente con la justificación de la crisis (¿crisis?) se han implantado medidas de marcado corte neoliberal que han influido muy negativamente en la calidad, democratización y socialización del espacio público.
Un saludo