El último de los post sobre la relación entre urbanismo y actividad físico-deportiva lo dedicaba a resumir los aspectos presentados en el curso sobre “Municipios Activos” y en el que trataba de exponer algunas consideraciones y actuaciones a tener en cuenta desde el urbanismo a la hora de tratar de generar un espacio construido que fomente la actividad física de la población.
No es esta la única relación entre ciudad y actividad física, ni mucho menos. Ni siquiera lo es entre urbanismo (entendido como el aspecto físico-material de hacer ciudad) y actividad física y deporte.
Otra relación muy interesante es la inversa a la que explicaba en el post: ¿cómo puede el deporte mejorar la trama urbana? Las instalaciones y equipamientos deportivos bien planificados tienen una gran capacidad de generar nuevas centralidades en la ciudad y el territorio, capacidad de redistribución del bienestar y de fomentar políticas equitativas, en definitiva, capacidad de hacer ciudad… Mal planificados pueden ser todo lo contrario. ¿Pensamos en aquellas instalaciones deportivas que constituyen un auténtico vacío urbano, un no-lugar? Estos vacíos pueden ser permanentes (instalaciones que no vuelven a utilizarse, especialmente ligadas a grandes eventos) o temporales (se usan intensamente unas horas a la semana/mes y el resto del tiempo son grandes vacíos urbanos).
Creo que este aspecto no está suficientemente considerado a la hora de elaborar Planes de instalaciones y equipamientos deportivos. He dirigido varios proyectos de este tipo y habitualmente la consideración de la redistribución de bienestar y la equidad entre barrios y áreas no suele tener demasiada consideración en los mismos. Sí que existen algunas consideraciones algo superficiales tales como “un polideportivo en cada barrio”, sin embargo creo que este es más un criterio de igualdad que de equidad.
Quiero plantear aquí este criterio de equidad en su manifestación extrema: la regeneración de barrios informales. En alguna ocasión ya he escrito y colgado algún trabajo sobre regeneración de barrios y áreas degradadas, áreas castigadas por la crisis económica y por un modelo urbanístico dirigido a dar cobijo más que a generar espacio social, a hacer ciudad. Sin embargo estos casos están dentro del sistema. Hay casos más extremos. Me refiero a las barridas y zonas de chabolismo, barrios precarios levantados mediante la autoconstrucción, asentamientos de pobreza que no pueden acceder al mercado inmobiliario y optan por levantar sus propias viviendas en condiciones de absoluta precariedad
Llevo un tiempo investigando sobre esta realidad y he tenido oportunidad de analizar políticas y proyectos de regeneración de estas áreas: el proyecto Favela-Bairro de Río, Guarapiranga en São Paulo, el barrio de Koraat Sbaa de Tetuan, el caso de Yaoundé en Camerún, Andavanamba y Anosibe en Madagascar y algunos más cercanos de menor dimensión.
Las políticas y programas para la rehabilitación de estas áreas son muy variadas y de su análisis podemos entender que la clave está precisamente en no mimetizar las soluciones de una a otra, de buscar soluciones propias ad hoc. Sin embargo sí que podemos observar aspectos comunes en la mayoría de estos casos de intervención.
No es mi intención profundizar aquí sobre estos aspectos, pero sí destacar una cuestión que se repite en muchos de estos proyectos de regeneración: la implantación de programas de construcción de equipamientos comunitarios en estas áreas y en especial de equipamientos deportivos.
Intervención en una favela de Río
En el curso del viernes Iñaki Iturrioz, refiriéndose al deporte y la actividad física nos decía que “tenemos un muy buen producto/servicio, la actividad física, debemos ser capaces de universalizarlo”. Su razonamiento se centraba en una perspectiva de salud (era la del curso, sé que en su convencimiento están también los beneficios sociales). Pues bien, el análisis de numerosas intervenciones de regeneración de áreas de degradación urbana extrema, estas zonas autoconstruidas, estos barrios informales, nos muestra como los equipamientos deportivos son un equipamiento con gran efecto regenerador de la ciudad.
Intervención en una favela de Río
No quiero ser un “fundamentalista” del deporte, antes que esos equipamientos deben ir cuestiones como el abastecimiento de agua, el alcantarillado, la estabilización de terrenos, la recogida de basura o la electricidad. Sin embargo, en muchos de los casos están presentes los equipamientos deportivos.
En efecto, como decía Iñaki, tenemos un gran producto, el deporte y la actividad física tiene un importante efecto social. No sólo en el ámbito de la salud, también en la calidad de vida de la comunidad y los casos extremos son muy significativos de esta capacidad. Me gustaría que de este post no se obtuviese una simple mirada tipo “National Geographic” en el que se observe la importancia de los equipamientos deportivos en lugares alejados. Me gustaría plantear la reflexión acerca del potencial que las personas que se dedican a la promoción del deporte y la actividad física tienen entre manos y su capacidad para mejorar la vida de las personas.
Por supuesto, no todo el campo es orégano.