Julen Iturbe ya lo afirmaba en su post «Strava, el Facebook del ciclismo«. La compañía Strava, con sede en San Francisco y cuyo nombre en sueco significa «esforzarse», se ha convertido en el referente para las personas que practican MTB y gracias a ello es la principal poseedora de datos sobre esta práctica. Tal como afirma Julen, no posee “unos” datos, sino “los” datos.
El caso es que gracias a una notable estrategia de acuerdos con los mayores fabricantes de dispositivos para la monitorización del ejercicio físico como Polar o Garmin, los principales dispositivos de estos fabricantes sincronizan sus datos con la red social de Strava, lo que permite a ésta contar con información de valor acerca de las preferencias de millones de personas.
Pensemos en la combinación del boom de las actividades deportivas al aire libre (ciclismo, running, triathlon, carreras de montaña, senderismo…), del gusto individual por recogerlas mediante dispositivos electrónicos con GPS, del afán por darlas a conocer en las redes sociales. El resultado es una base de datos que permite a la compañía Strava, mediante análisis de Big Data, contar con una información valiosísima para comercializar a empresas y administraciones. Strava sabe qué deporte practicamos, dónde vamos, a qué hora salimos, desde dónde (muchas veces es nuestra propia casa… sabe dónde vivimos), nuestro nivel deportivo, nuestros momentos en forma y de bajón, las competiciones en las que participamos, si vamos solos o acompañados de otras personas con Strava. Sabe qué puntos son los más concurridos, los recorridos más exigentes, los preferidos en función de edad y sexo.
Strava no sólo sabe, también induce. Nos indica los tiempos que han hecho otras personas en un mismo recorrido y nos motiva a tratar de mejorarlos, induciendo desde su realidad digital cómo nos comportamos en la realidad física. El poder de Strava, al igual que el de Facebook, da miedo.
El valor de los datos de Strava
En mayo de 2016, en una charla en el Seminario Internacional “Deporte, ocio y ciudad. Retos y oportunidades en las regeneraciones de las ciudades con riberas urbanas” organizado por el grupo GRIES de Blanquerna-Universitat Ramon Llull presenté unos «mapas de calor» de Strava como herramienta que podía facilitar la comprensión de puntos y recorridos de interés para la práctica deportiva. Estos «mapas de calor» (como el de la imagen de inicio), gracias a la agregación de los datos de usuarios individuales, muestran la realidad de algunos lugares en los que se están generando problemas y conflictos por el uso intensivo del espacio público por la realización de numerosas prácticas deportivas. Desde hace un tiempo recurro a los «mapas de calor» de Strava para obtener pistas sobre esos espacios de uso intensivo en diferentes ciudades.
Recientemente Strava ha actualizado sus «mapas de calor», ha incorporado nuevas y vistosas visualizaciones y recorridos de diferentes actividades además de las de bicicleta y correr que ya ofrecía. Estas visualizaciones son espectaculares y nos dan una idea de los puntos y recorridos favoritos de la gente que practica estas actividades en el espacio público.
Sin embargo, estas visualizaciones a las que cualquiera puede acceder, tienen bastantes limitaciones. Por un lado su nivel de agregación es total, por lo que no podemos analizarlas en diferentes periodos de tiempo, segregadas por edad, sexo o cualquier otro criterio. Por supuesto que Strava puede hacer esos análisis temporales y segregados, pero eso es para quien los paga, que para eso es una empresa con ánimo de lucro. Tampoco tenemos la seguridad de que esos datos sean los correctos y no estén sesgados por los intereses de la propia empresa. Al igual que cualquier red social, la empresa nos puede dar los datos que quiera en función de sus propios intereses. Poniéndonos en el caso de una administración local que trate de entender la actividad deportiva en el espacio público, dependemos de lo que paguemos y de lo que confiemos en la información que nos ofrezca una empresa localizada en San Francisco.
¿Blockchain al rescate?
Trabajando en el proyecto de Estrategia del Deporte para la mejora de una ciudad tuve una interesante reunión con los responsables del Centro Informático Municipal, responsables del desarrollo de la estrategia de Smart City. Durante la reunión les pregunté si era posible generar una captura de datos propia para tratar de entender esas dinámicas deportivas en el espacio público sin tener que recurrir a los datos de Strava o de cualquier otra aplicación de software propietario. Sí, existen otras posibilidades de captura de esa información, si bien la mayoría de esas soluciones no dejan de parecerme intrusivas en muchos casos o limitadas en otros.
Esa información es valiosa, no sólo para la propia administración local, también para comercios y empresas locales a las que pueda interesar cuáles son las prácticas y lugares favoritos de la gente. Una política de Open Data aplicada a estos datos podría generar interesantes beneficios para las ciudades y territorios mediante la explotación y generación de conocimiento valioso. Sin embargo, es necesario tener en cuenta la privacidad y fiabilidad de esa información. Por ello me parece tan interesante el desarrollo de soluciones basadas en la tecnología blockchain.
Sin entrar a explicar las bases de las tecnologías blockchain (venga, preguntadle a Google que el tema es interesante) destacaría que mediante su modelo de base de datos distribuida, descentralizada y sincronizada, la información se transmite y guarda de un modo seguro, respetando la identidad y privacidad de las personas. No en vano la tecnología se ha dado a conocer por ser la base de la criptomoneda Bitcoin. Con aplicaciones basadas en blockchain podríamos obtener información fiable y discreta de los usos y espacios deportivos habituales de las personas. Esta tecnología nos permitiría prescindir de intermediarios particulares/comerciales como Facebook, Twitter o Strava que aseguran la identidad de las personas para dar la fiabilidad de sus datos mediante registro y la consiguiente explotación comercial de esos datos por su parte.
Visualización del ecosistema Blockchain en Bitcoin Magazine
En la línea de desarrollar soluciones basadas en blockchain para la generación de datos abiertos sin que las personas pierdan el control de su privacidad está trabajando el proyecto europeo DECODE, un proyecto que explora
… cómo construir una economía digital centrada en los datos donde los datos generados y recopilados por los ciudadanos, el Internet de las cosas (IoT) y las redes de sensores están disponibles para un uso común más amplio, con las protecciones de privacidad adecuadas.
Como resultado, las personas innovadoras, las startups, las ONG, las cooperativas y las comunidades locales pueden aprovechar esa información para crear aplicaciones y servicios que respondan a sus necesidades y las de la comunidad en general.
DECODE se probará en Amsterdam y Barcelona entre 2017 y 2019. En Amsterdam, los pilotos se centrarán en el Internet de las cosas y la economía colaborativa. En Barcelona, los pilotos se centrarán en la democracia abierta y el Internet de las cosas.
Soluciones basadas en esta tecnología permitirían que las personas usuarias compartiesen la información sobre sus prácticas deportivas y en general sobre el modo que interactúan en el espacio público, sin perder el control de los datos que dan sobre sí mismas, facilitando una información valiosa a las administraciones responsables de la gestión de ese espacio público y a posibles empresas y personas emprendedoras que puedan generar servicios y productos basados en esa información. Vamos, lo que ahora vende Strava, pero sin que haya una empresa de San Francisco controlando nuestros datos.
Los límites de blockchain
Tampoco quiero trasladar una imagen idílica del futuro que nos depara blockchain. Aquí he trasladado su capacidad y las posibilidades que tiene para el entendimiento y la gestión del espacio público y el deporte. Tiene muchas más, también para la gestión de instalaciones deportivas, para la toma de decisiones participativas y las que se vayan desarrollando en el tiempo.
Por una parte, como afirma Jon Evans, existen serias dudas de que estas tecnologías vayan a ser adoptadas por la gente y algunos expertos la comparan con Linux, es decir, tecnologías complejas que el usuario final no quiere usar.
Por otra parte, tal como asegura Aengus Collins, responsable de Riesgos Globales en el Foro Económico Mundial, tal vez “se están buscando soluciones a problemas que nadie tiene”. A la gente no le importa realmente dar sus datos ni lo que las empresas tecnológicas hagan con ellos, por lo que seguirán optando por aplicaciones de software propietario que fisgoneen en su vida privada mientras el diseño sea bonito y la publicidad les haga sentirse cool.
En definitiva, la apuesta por soluciones de monitorización, y de gestión en general, del deporte basadas en blockchain podría superar importantes problemas y limitaciones de las soluciones actuales basadas en aplicaciones cerradas y propietarias; sin embargo los intereses económicos y la fuerza del mercado serán el contrapeso que orientará los usos de esas tecnologías. Para bien o para mal.
Un fantástico post este. Te felicito. Entiendo que el reto como sociedad está en trasladar a los ciudadanos esta otra forma menos influida por el mercado de organizarse. Creo, por tanto, que es imprescindible para ello formar a ciudadanos para que puedan ser permeables a la máxima de estos protocolos “blockchain” que democratizan y protegen los datos (transacciones).
Lo necesitaremos creo, para buscar alternativas que hoy por hoy están “fuera de la caja” de la mayoría de los mortales.
La creación de soluciones interfaces que conecten metodologías de obtención y protección de transacciones son verdaderos nichos de empleo no obstante, el reto está en crear una conciencia colectiva que dé confianza a los mismos pues, a pesar de que poco a poco se está entendiendo toda esta revolución del bitcoin (por poner un ejemplo), sigue, por un lado pareciendo algo clandestino demonizado por la mayoría de intereses económicos y sociales y, por el otro como dice Collins a la mayoría de la gente le sigue dando igual ir dejando su legado digital a propietarios de “aplicaciones de moda”.
Juanma, creo en la inteligencia colectiva para crear un mundo mejor pero intuyo que los pioneros de estos desarrollos estarán solos hasta tener un producto competitivo con el que seducir al público comprometido, por eso y como en casi todo confío más en la generación de un “semi-open” data donde un ecosistema de emprendedores y empresas socialmente responsables ayuden a las administraciones a caminar juntos.
Lo del “deporte” en este post es una anécdota esencial muy bien traída y argumentada para los que trabajamos en esto y, ese esfuerzo por “hacer entender” hacia dónde caminamos es loable. Gracias una vez más.
Muchas gracias Fabián.
Tal como dices, creo que el impulsar alternativas tendentes hacia el Open Data y el control personal de la información que vamos «regalando» por ahí debería ser una responsabilidad de las administraciones públicas. Por esto me alegra que se pongan en marcha proyectos como DECODE. La administración tiene sus propias herramientas para fomentar un desarrollo de soluciones que sea amigable y sencillo, sin que las personas usuarias tengamos que soportar tediosas interfaces o utilidades mucho más limitadas que las soluciones que nos ofrecen estas empresas. En caso contrario, estas tecnologías serán cosa de una minoría. No es tanto una cuestión de convencer a la gente de que esto es mejor, sino de desarrollar soluciones tanto o más atractivas que las clásicas actuales.
Sin embargo ahí es donde me surge la duda, ¿en serio puede/quiere la administración impulsar desarrollos en los que los usuarios puedan controlar los datos que aportan? Esto me recuerda a muchos otros casos de tecnologías superiores que se han quedado en el cajón del olvido por el poder de empresas y lobbbies para frenarlas.
En todo caso, como digo, el papel de la administración no es tanto convencernos de sus bondades, sino apoyar desarrollos basados en estas tecnologías que sean atractivos para la gente.
Muchas gracias de nuevo por tu comentario.
Oye, a ver si volvemos a vernos. ¿Por dónde paras ahora?
(Voy con el comentario de nuevo porque me dice que no lo ha cargado)
Casualidad el otro día volví a escribir sobre Strava porque está empezando a coger dimensiones bíblicas… bueno, sin exagerar, jeje. Conste que a diferencia de Facebook, aquí veo mucho usuario Premium. A ver si algún día me hago con estadísticas a ese respecto. Porque a Strava no es que solo le pagues con tus datos; es que le pagas una pasta. Aturdido estoy 🙂
Leí ese último post tuyo sobre Strava y fue parte de la inspiración que me puso a escribir este.
La verdad es que es un tema preocupante y posiblemente debería ser uno de los objetivos de las administraciones: generar alternativas abiertas y que faciliten el control de los datos propios. Strava Metro deja bien a las claras la capacidad de generar negocio con datos, si además quien te provee esos datos también paga Premium pues jugada maestra
Sin duda uno de los terrenos donde blockchain puede penetrar, democratizando el gobierno de los datos ahora mismo centralizado. Pero hay una derivada más y muy interesante, hacer que el blockchain donde queda registrada la actividad deportiva también genere riqueza en forma de tokens o moneda, incentivando esta a los propios deportistas y sirviendo para mantener el correcto funcionamiento del blockchain. De hecho Strava mismo podría implementarlo cambiando su modelo de negocio, que pasaría de centralizar y comercializar sus datos a generar su propia economía respetando la apertura y transparencia de sus datos.
Interesante! Se me escapa el trasfondo técnico de tu propuesta, pero veo que encaja muy bien a la hora de promover el paso hacia el sistema de datos abiertos. Gracias Daniel!