
El espacio defendible
Oscar Newman trató de ir más allá de la noción de “vigilancia natural” y en 1972, en su libro Defensible Space criticó expresamente las hipótesis de Jacobs. Newman sostenía que el uso mixto que la famosa urbanista defendía acarreaba precisamente todo lo contrario: un incremento del delito al reducirse el sentimiento de pertenencia (Newman, 1972). Según este autor, es preciso que las personas tengan cierto sentido de pertenencia sobre el espacio observado.
Bajo esta premisa, Newman proponía “un modelo para ambientes de residencia que inhiban el crimen creando la expresión física de un entramado social que se defiende a sí mismo”. Para este fin, su modelo incorporaba la subdivisión de buena parte del espacio público. Las divisiones podían ser reales, mediante vallas o señales; y también simbólicas, mediante plantas o cambios de color en el pavimento. Cada división debía ser asignada a pequeños grupos concretos, promoviendo así un mayor sentimiento de propiedad y haciendo sentir a las personas responsables de sus áreas asignadas. Estos lugares constituirían un “espacio defendible”.
Newman no tenía gran confianza en la idea de cuidado común del espacio público ni en la convivencia. Según él, para que un espacio fuese defendido debía convertirse en gran medida en espacio privado o semiprivado.
Observamos que las propuestas de Newman han tenido calado en la planificación de espacios deportivos de libre de acceso. La sectorización espacial ha llevado a parcelar el espacio público en multitud de espacios monofuncionales. Las prácticas deportivas se han arrinconado en lugares concretos, generando espacios que se limitan a acoger unas pocas prácticas y no otras. Estos espacios han sido demarcados claramente, en muchos casos vallados e incluso cerrados con llave bajo reserva de hora. Se han prohibido usos que no sean aquellos para los que fueron previstos por quien sea que planificó los usos que debe hacer la ciudadanía.

Newman, O. (1972). Defensible Space: Crime Prevention Through Urban Design. Nueva York: MacMillan.
Imagen de portada: Andrew Beeston en Flickr.
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