Siento enorme admiración por el estereotipo del gallego que contesta a una pregunta con otra pregunta. Esa es la esencia de la persona que quiere entender bien lo que se le pregunta antes de dar una respuesta vacía, sin sentido o fácilmente malinterpretable, como ocurre en los últimos tiempos. Es el juicio socrático como actitud vital. Estoy convencido de que había un gallego en Toyota cuando diseñó la “Técnica de los 5 ¿Por qué?”.
Hoy, más que nunca, es necesario ese talante suspicaz y, a su vez, dialogante y conversador que supone preguntar a la pregunta para entender bien lo que se nos cuestiona antes de dar una respuesta. En tiempos en los que mucha gente defiende que cualquier respuesta es “respetable” es necesario entender bien qué se está preguntando antes de responder.
“No entiendes nada. Hay que leer. Mira los foros” decía una trasnochada actriz revelándonos la verdad que sólo ella y otras personas iluminadas compartían en sus intercambios de palabras on-line.
No. Las opiniones no tienen derecho a ser respetables. Hay muchas ideas y planteamientos infames que no merecen ningún respeto. Respetaremos a las personas, humanas o no-humanas, pero no sus opiniones de mierda.
Ante opiniones de mierda, “Galleguismo”
Esa supuesta “disposición gallega” a responder con otra pregunta debería ser universal. Es la base del pensamiento crítico. Si Sócrates viviese en la actualidad fundaría la corriente filosófica del “Galleguismo”.
¿Y por qué ahora más que nunca? Porque ahora, además de actrices caducas y ex-cantantes tarados (Así. Respetando a las personas), tenemos una tecnología que nos ofrece preguntas y respuestas sencillas y comprensibles, con una supuesta seguridad que asusta. Sí, esto va de Inteligencia Artificial (IA).
Esta cavilación (Puede ser de mierda, dirá alguien. Lo admito.) me ha abordado con la lectura de diferentes investigaciones sobre el posible impacto de la IA en la sociedad.
Próximamente voy a dar una formación para agentes deportivos de un territorio sobre el impacto de la IA en el ecosistema deportivo y su gestión. Por eso estoy tan “engorilado” con este tema. Mi entorno cercano comienza a estar hasta las narices de mis conversaciones sobre el tema. Tienen razón. Parezco un telepredicador.
Llevo tiempo dándole duro a IAs para tareas variadas. Las respuestas a las cuestiones que les he planteado han sido objetivamente satisfactorias en su mayoría. He utilizado la IA para escribir un capítulo de un libro y me planteó algunas ideas que no había pensado y que luego desarrollé. Eso sí, sus párrafos parecían un burofax. También me dio referencias bibliográficas que directamente se las había inventado. Cuando le dije que esos artículos no existían, reconoció que eran falsas. La he utilizado para hacer hojas de cálculo, presupuestos o escribir emails. Incluso le pedí unos versos en Euskera con dos palabras clave: “Herri” (pueblo) y “Harri” (piedra). De tres versos, uno era sorprendentemente bueno.
Ante respuestas de IA, “Galleguismo”
El caso es que la IA nos da respuestas tan directas, creíbles y escritas de un modo tan “humano”, que es muy fácil tomarlas como verdades definitivas. La IA accesible al público actual puede darnos ese tipo de respuestas finalistas si le preguntamos cuestiones concretas, pero su razonamiento inicial es demasiado simple. Esto seguramente se superará en poco tiempo.
Desde la gestión deportiva, y desde cualquier ámbito, es más necesario que nunca el pensamiento crítico y reivindicar el “galleguismo”. Preguntar. Asegurarnos del fondo de la respuesta o de la pregunta. Preguntar como actitud vital ante preguntas o respuestas sin detalles o referencias. Cuestionar la seguridad. “Sólo sé que no sé nada”. La humildad del conocimiento socrático, transmitido por Platón. Ambos debieron estar de Erasmus en Galicia.
