#6 de la serie ‘Deporte, Política y política deportiva‘
El enfoque pluralista de los textos anteriores trata de reflejar la diversidad de actores y la necesidad que los gobiernos tienen de generar consensos y buscar puntos de acuerdo para que sus políticas sean aceptadas. Además los gobiernos tratarán de dinamizar los recursos necesarios para la elaboración e implementación de las mismas y muchos de ellos estarán en manos de otros actores. En este sentido es fundamental operar bajo una lógica de red de actores, del modo en que se relacionan.
Tratando de generar un modelo de actuación para el gobierno (local, nacional o internacional) que se apoye en la realidad compleja que supone esa red de actores surge el (discutido) concepto de gobernanza. La gobernanza lo que tratará es de generar una serie de estructuras y dinámicas de funcionamiento que impliquen al gobierno, a otros actores institucionales, a actores del mercado y actores sociales.
Bajo esta lógica, el modelo de gobernanza se sustentará en el fomento de:
- Transversalidad. Los problemas de la ciudadanía son complejos y los motivos por los que practica deporte o no lo hace, por los que el deporte escolar funciona bien o mal o los eventos deportivos tienen efectos positivos o son deficitarios, dependen de numerosos factores y afectan a diferentes ámbitos. En este sentido es necesario fomentar las relaciones entre departamentos que en muchas ocasiones trabajan bajo lógicas sectoriales. Será indispensable la construcción de una organización en red, coherente, flexible y abierta que fomente la interacción continua y las relaciones de confianza entre las diferentes especialidades.
- Multinivel. Con relaciones de colaboración entre los diferentes niveles de gobierno y en el que cada cual aporte sus diferentes recursos y capacidades en busca de los objetivos comunes. En la mayoría de las políticas deportivas influyen distintos niveles de gobierno que trabajan desde lógicas competenciales y sin relacionarse con el resto. Este modelo de gobernanza se orientará a generar relaciones de colaboración entre ellas en busca de objetivos compartidos y proyectos comunes.
- Participación. Entendida de un modo profundo, no sólo como proceso consultivo sino como cesión de poder de decisión y empoderamiento en asuntos que afectan a su propio bienestar. Este cambio supone modificar el funcionamiento de la administración, sus modos de trabajo e incluso los propios perfiles profesionales, que se orientarán más a gestionar relaciones que recursos.
Gobernanza del deporte local
No es posible tratar de comprender el rol, los posibles objetivos y la capacidad de los gobiernos locales en el establecimiento de políticas deportivas sin entender la gran transformación urbana que se ha dado en los últimos 30 años y especialmente la crisis en la que estamos inmersos actualmente.
En una primera etapa de este periodo, en la década de 1980, se trató de cubrir el déficit consecuencia de la política franquista y se produjo una fuerte inversión en infraestructuras, equipamientos y servicios deportivos. El deporte, las instalaciones y sus servicios formaban parte de lo que podríamos denominar ‘derecho a la ciudad’ y las instalaciones fundamentales para la promoción del deporte ‘para todos’ comenzaron a surgir en las ciudades.
Ya a finales de esta década comienza a introducirse una nueva forma de entender la gestión pública y nacen los primeros planes estratégicos de ciudad, un modelo basado en técnicas de gestión empresarial impulsado por la Nueva Gestión Pública de marcado corte neoliberal, y que suponían un cambio a la hora de pensar la gestión de la administración. La gestión pública no sólo se centraba en el cumplimiento de la legalidad y los procedimientos y se orientaba también a la eficacia y la eficiencia de su actuación (Blanco y Subirats, 2012)[i].
Posiblemente el mejor ejemplo de introducción de estos criterios de planificación estratégica de ciudad sea el caso de Barcelona con la fase previa de los Juegos Olímpicos de 1992, con una adaptación de esa herramienta empresarial para tratar de generar un consenso entre actores institucionales, sociales, económicos y académicos y para englobar las estrategias autónomas bajo una idea o relato común entre todos, cada cual con sus intereses, pero buscando las posibilidades de colaboración en programas comunes.
Una segunda etapa que coincide aproximadamente con la década de 1990 supone una nueva dinámica en la que muchas ciudades se ven obligadas a acometer importantes cambios en sus modelos productivos y el sector público, escaso de recursos y agobiado por la recesión económica, opta por impulsar proyectos de colaboración público-privada. Se crean organismos de gestión semiprivados y se mercantilizan servicios deportivos públicos.
La necesidad del cambio de modelo productivo lleva a muchas ciudades, básicamente a las que deben dejar atrás su modelo industrial, a tratar de reconvertirse en ciudades de servicios, cambiar su imagen global y promocionarse como tal. Muchas comienzan a apostar por acoger grandes eventos deportivos, ferias y congresos. Las ciudades buscan una nueva identidad y los grandes eventos deportivos son un escaparate ideal para tratar de proyectar esa nueva imagen.
Desde finales de la década de 1990 hasta el comienzo de la crisis económica actual, el modelo se ha basado en el crecimiento económico-urbanístico, con un gran peso del sector inmobiliario y un mercado laboral de baja cualificación. Este modelo ha supuesto un gran atractivo de población de nacionalidad extranjera hacia un mercado laboral de baja cualificación. Además, se crea un modelo que favorece la dispersión espacial y se consolida una realidad metropolitana que supera los límites administrativos de las ciudades, lo que conlleva una necesaria redefinición de los objetivos y del público al que se dirigen las políticas locales, tanto deportivas como el resto.
En la actualidad nos encontramos con que la agenda política municipal es mucho más compleja que lo que era hace años. La administración local debe hacer frente a una complicada interrelación de cuestiones económicas, sociales, culturales, medioambientales, urbanísticas que configuran la calidad de vida de sus ciudadanos y para quienes la administración local es la primera puerta institucional a la que llamar para expresar sus necesidades y descontentos. Por otra parte, como es lógico, las administraciones han modificado sus modos de trabajo, bien sea por decisión propia o por presiones internas y externas, hacia modelos más abiertos y colaborativos con otras administraciones, agentes sociales y ciudadanía, hacia un modelo que se ha denominado la ‘gobernanza local’.
El dilema es importante: hay una serie de problemas y presiones globales, unas tendencias políticas basadas en un relato neoliberal tendentes a la privatización de los servicios públicos (Brenner y Theodore, 2002)[ii], unas tendencias de consumo globalizadas y muy cambiantes. Sin embargo, ambas tendencias generan problemas locales y personales reales, cercanos, y una serie de demandas concretas para las que se pide solución a los gobiernos locales.
A medida que la complejidad ha aumentado y los recursos disponibles se han reducido han quedado al descubierto las insuficiencias del modelo de política deportiva local. En este modelo los municipios han adquirido una serie de responsabilidades que no se contemplaban y para las que no cuentan con financiación suficiente. Hasta el comienzo de la crisis han podido mantener este sistema gracias a los ingresos provenientes del modelo económico-urbanístico; sin embargo, una vez agotado este modelo se encuentran con una realidad muy exigente y con pocos recursos con los que hacerle frente. Es evidente que existe una asimetría entre las necesidades y los recursos de los que disponen.
La política estrictamente institucional no alcanza a cubrir todas esas necesidades, por lo que resulta necesario un nuevo modelo basado en la colaboración, tanto con otras instituciones como con empresas privadas, agentes sociales y ciudadanía, para tratar de lograr los objetivos que en política deportiva y de promoción de la actividad física puedan establecerse.
En este sentido es inexcusable salir del paradigma desarrollista de las décadas anteriores en el que aún continúan muchas entidades locales y para las que la orientación básica sigue siendo la construcción y/o ampliación de instalaciones y la producción de servicios. Es necesario entender que una nueva política deportiva local basada en la gobernanza deberá apoyarse en una gestión relacional, con otras áreas municipales ya que los problemas y necesidades de la ciudadanía son complejos e interrelacionados; con otras esferas de gobierno territoriales, autonómicos o estatales; con empresas privadas; con agentes sociales y con la ciudadanía, con la que será necesario abrir nuevos cauces de participación mucho más allá de los mínimos contemplados por las leyes actuales.
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[i] BLANCO, I. y SUBIRATS, J. (2012) Políticas urbanas en España: dinámicas de transformación y retos ante la crisis. En Geopolítica(s), 2012, vol. 3, núm.1, 15-33.
[ii] BRENNER, N, y THEODORE, N. (eds.) (2002) Spaces of neoliberalism. Urban restructuring in North America and Western Europe. Malden, MA: Blackwell Publishing.
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Post de la serie ‘Deporte, Política y política deportiva’:
#1 La necesidad de un discurso político para el deporte
#2 La agenda de política deportiva
#3 Problemas para una agenda de política deportiva
#4 Actores y conflicto en la política deportiva
#5 Objetivos y recursos de los actores deportivos
#6 Redes y gobernanza del deporte local
#7 Decisiones de política deportiva