La puesta en marcha de una política deportiva

Salida

#8 de la serie ‘Deporte, Política y política deportiva

Tras la toma de una decisión en materia de política deportiva, llegamos al momento en el que hay que materializar dichas decisiones. Entramos en el proceso de despliegue de la decisión. Pasamos a una fase más centrada en la gestión y administración, una fase más discreta, habitualmente con menor visibilidad. Un proceso más técnico con un abanico de actividades muy distinto a las realizadas hasta este momento.

También cobrarán protagonismo nuevos actores que no habían participado en los pasos anteriores. Muchos actores que tomaron parte en la selección, definición y decisión sobre el problema continuarán siendo parte activa en la implementación de la política; sin embargo también entrarán en juego nuevos actores que tras la decisión cobrarán un importante protagonismo a la hora de ponerla en marcha.

En esta implementación de la política deportiva cobra gran importancia la gestión de recursos de distintos tipos: recursos económicos, humanos, de conocimiento, organizativos, recursos de relación con otros agentes, etc. Se gestionarán esos recursos para desarrollar diferentes actividades y con las que trataremos de obtener los resultados esperados. Bajo esta lógica, el protagonismo pasa de un nivel político a otro nivel más ejecutivo y que se responsabilizará de la gestión de esos recursos.

Es importante tener en cuenta que no se trata simplemente de pasar el protagonismo de los cargos políticos a otros cargos directivos, burocráticos o técnicos dentro del sector público. Para la implementación de la mayoría de políticas deportivas debemos ser muy conscientes del importante papel que pueden jugar proveedores privados, con los que se establecerán contratos, convenios o cualquier tipo de acuerdos. También será fundamental considerar la importancia de los grupos objetivo que se verán afectados por las diferentes actuaciones, positiva o negativamente, y que influirán directamente en el proceso de implementación.

En definitiva, pasamos de tomar una serie de decisiones genéricas (apoyar la práctica deportiva en clubes de la ciudad) a unas decisiones mucho más concretas (apoyo a su gestión, ayudas económicas directas, cesión de instalaciones, dotarles de un mayor papel en el deporte escolar, reorientación del presupuesto de deportes…). Además, serán muy importantes otros aspectos como la temporalización del uso de esos recursos, la programación de las actividades específicas y la entrada de nuevos tipos de actores que tomarán papeles relevantes en el proceso (los propios clubes, federaciones, AMPAS o centros escolares). Estos nuevos actores tendrán diferentes objetivos, marcos de regulación y se generarán nuevas interacciones entre ellos (acuerdos entre clubes, distanciamiento entre centros escolares y clubes, desacuerdos entre empresas gestoras de instalaciones y los clubes por las horas de las que deben disponer de las instalaciones, etc.). Esa interacción será mucho más intensa que hasta entonces y tendrá una gran influencia en el proceso de implementación. Los acuerdos o las disputas que surgen a la hora de poner en marcha las decisiones concretas pueden llevar al éxito o al fracaso de una política deportiva.

En ocasiones, tras la implementación de una determinada política deportiva observamos que no se han alcanzado los objetivos buscados. Un motivo puede ser que la teoría sobre la que hemos basado la actuación no era correcta. Por ejemplo, un determinado ayuntamiento pone en marcha un programa de apoyo a la práctica de deporte escolar en los clubes para tratar de aumentar los niveles de actividad física entre la juventud. Es posible que tras la toma de una serie de medidas que favorecen la práctica deportiva en los clubes en esta franja de edad como la formación de técnicos o las ayudas económicas a los clubes por licencias escolares, los niveles de formación aumenten y la práctica sea gratuita, pero la tasa de práctica no aumente, dado que a pesar de este apoyo no hay interés entre los niños y niñas por este tipo de práctica. Esto nos muestra que la teoría sobre la que se basaba la intervención era equivocada, y la capacitación de técnicos o el precio no eran el problema. Pero es posible que el problema sea que a pesar de haber puesto en marcha el programa, los clubes no hayan mejorado el nivel de sus técnicos ni los precios de las cuotas se hayan reducido. En este caso el fallo estará en la propia implementación de las medidas.

En muchas ocasiones encontramos estas «brechas de implementación», distancia entre los resultados que esperábamos obtener y los resultados reales. El proceso de implementación es tan complejo que es habitual encontrar estas diferencias. Pero no todo es negativo, es posible que esta brecha sea positiva y los resultados sean mejores que los esperados inicialmente.

Estas brechas pueden darse por desplazamiento de las políticas, no hacemos lo que decíamos al principio ya que por distintos motivos cambiamos la política propuesta. Suele ser muy habitual también una brecha por déficit de implementación y que se da en los casos en los que no se despliega la política con la intensidad planteada en un comienzo. En otras situaciones la brecha se debe a motivos no previstos, resultado de la confluencia de factores no previsibles.

Sin embargo, muchas veces no suele ser sencillo hablar de brechas de implementación en las políticas deportivas ya que en la decisión del despliegue de dicha política no hay una definición nítida del problema ni de la decisión. Es muy habitual encontrar discursos genéricos que permiten desplegar distintas líneas de implementación orientadas (o no) hacia esos objetivos. Pero esos discursos no pueden considerarse como decisiones en sí mismas. Dada esta ambigüedad, no será posible establecer esa brecha.

Llegados a este punto, es interesante exponer los factores de éxito o de fracaso en la implementación de las políticas deportivas. Una propuesta interesante de clasificación de estos factores es la que plantean Sabatier y Mazmanian[i] en función de diferentes grupos:

Factores sobre la tratabilidad del problema, en función de sus características:

  • Existencia de teorías o casos similares al problema al que nos enfrentamos en otros momentos o lugares.
  • Diversidad del comportamiento del grupo objetivo. Cuanto más diverso sea el grupo al que se dirige la política deportiva mayor dificultad en su implementación.
  • El porcentaje del grupo objetivo sobre el total de la población. Cuanto mayor sea el grupo objetivo, mayor dificultad (esto explica la dificultad de implementar medidas para el fomento general de la práctica de actividad física)
  • La magnitud del cambio que se espera conseguir. A mayor ambición, mayor probabilidad de no alcanzar el objetivo.

Factores sobre los atributos de la política formada:

  • La coherencia de los objetivos planteados.
  • La política se fundamenta en una teoría válida.
  • Los recursos puestos a disposición son los necesarios y adecuados.
  • El diseño organizativo de los programas. No todos los programas necesitan el mismo diseño organizativo.
  • La previsión y diseño de la comunicación, tanto la interna como la que se da entre los actores.

Factores externos:

  • Capacidad de liderazgo.
  • Contexto institucional: marco jurídico y cultura organizativa.
  • Contexto político, apoyo de los decisores.
  • Contexto social, opinión pública.

Para finalizar, me parece importante recalcar la idea que ha estado presente a lo largo el texto y es la importancia de la diversidad de actores y agentes que participan en la implementación de un programa de política deportiva. Estos actores y agentes se mueven bajo distintos intereses y en entorno sociales y jurídicos diferentes, Que la implementación se desarrolle en un entorno de conflicto o de colaboración dependerá en gran medida del tipo de agentes y de sus interacciones.

El rol bajo el que consideramos a la ciudadanía (como clientes, como consumidores, beneficiarios, como usuarios…) será fundamental ya que el tipo de vínculo que establecemos será muy diferente. Es fácil observar como la reducción de la relación entre un servicio deportivo municipal y la ciudadanía a una relación de proveedor-usuario puede mejorar la calidad del servicio deportivo, pero reduce la orientación universal a toda la población, centrándose en quienes se abonan o entran en la oferta regular y obvia a aquellas personas que practican fuera de esta oferta o directamente no practican y que deberían ser objeto de una política específica.

Esta consideración del rol de la ciudadanía debería estar muy presente en el proceso de implementación de la política pública deportiva.

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[i] Sabatier, P. and Mazmanian, D. (1980), THE IMPLEMENTATION OF PUBLIC POLICY: A FRAMEWORK OF ANALYSIS. Policy Studies Journal, 8: 538–560. doi: 10.1111/j.1541-0072.1980.tb01266.x <Link>

Imagen de Aristocrats-hat en Flickr

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Post de la serie ‘Deporte, Política y política deportiva’:

#1 La necesidad de un discurso político para el deporte

#2 La agenda de política deportiva

#3 Problemas para una agenda de política deportiva

#4 Actores y conflicto en la política deportiva

#5 Objetivos y recursos de los actores deportivos

#6 Redes y gobernanza del deporte local

#7 Decisiones de política deportiva

#8 La puesta en marcha de una política deportiva

#9 La evaluación como herramienta de mejora política

2 Respuestas a “La puesta en marcha de una política deportiva

  1. Buen repaso a la visión del deporte desde el ámbito político.
    Estoy contigo en que necesitamos aclarar la dirección de las políticas en el ámbito deportivo, pero sobre todo primero concretar la política deportiva como política pública.
    Un discurso general basado en una realidad y una necesidad de una política pública en este ámbito.
    Luego cada ideología política, cada partido político le dará su enfoque, pero hay fundamendos de base que se han de concretar sobre los que construir y falta bastante de eso.

    Te sigo leyendo 😉

  2. Gracias Jokin.
    Cuando comencé tenía claro que no era cuestión de defender determinados posicionamientos políticos, sino tratar de reflejar la complejidad de establecer las políticas públicas deportivas y la necesidad de que las personas responsables de las mismas traten de fijar prioridades.
    Un saludo.

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