#7 de la serie «Turismo deportivo y desarrollo local: aspectos críticos»
En los primeros post de la serie planteaba el impacto económico del turismo deportivo y las limitaciones y manipulaciones que pueden hacerse sobre los estudios de impacto económico. En este segundo bloque de post, en el de medio ambiente, también podemos hablar de los estudios y evaluaciones de impacto ambiental.
Volviendo a la idea del “El deporte y el turismo como parte de un sistema” es necesario entender que el impacto de una actividad sobre un territorio engloba a todas aquellas afecciones generadas sobre el conjunto del sistema, a corto, medio y largo plazo, incluyendo aspectos naturales, sociales, económicos, culturales, etc.
Desde esta perspectiva, es necesario llevar a cabo una planificación racional sobre el modelo de desarrollo de turismo deportivo que le interesa llevar a cabo a un territorio; y para que esta planificación sea racional es preciso elaborar indicadores de capacidad de carga y controles de calidad. El seguimiento de estos indicadores ayudará a anticiparse a los problemas relacionados con el crecimiento del nivel de actividad y con la saturación.
Sin embargo, a pesar que se han producido avances en esta área, considero que este avance es lento. Es cierto que se han desarrollado y aceptado muchos indicadores medioambientales dentro del campo de la industria turística y de la actividad deportiva, pero la realidad es que bastantes de ellos fallan a la hora de evaluar el impacto global del turismo y del deporte, lo que favorece las decisiones arbitrarias en el uso de la tierra [1].
Se constata que se producen una serie de efectos perversos no deseados tanto de tipo directo (ruptura de la armonía del entorno natural, polución ambiental, compactación y erosión del suelo, etc.) como indirecto (mayor consumo de energía, concentración de deportistas, conflictos con los lugareños, etc.). No obstante, reconocidos autores [2] acentúan el impacto favorable de la promoción deportivo-turística, ya que es considerada como un factor de gran importancia en el desarrollo socioeconómico rural. Se ofrecen como soluciones al problema de cómo hacer frente a las consecuencias no deseadas de la implantación de los nuevos deportes en el ámbito natural al control del volumen de personas que el medio es capaz de soportar y a la educación medioambiental considerada como factor clave para reducir el impacto de las prácticas, apuntando en todo momento a un desarrollo sostenible de las zonas en cuestión.
Ante los problemas derivados del turismo deportivo sobre el medio ambiente resulta convincente la postura constructivista de autores como Lisbona, Medina y Sánchez [3]:
Al hablar de desarrollo, medio ambiente y deporte, consideramos oportuno adoptar una postura constructivista que permita permanentemente re-construir una “segunda observación” sobre los criterios y parámetros con que se establecen las diferencias que nos permiten in-formar nuestro medio ambiente.
No se puede afirmar que un modelo económico fundamentado en una determinada actividad como el turismo deportivo garantice mejor la sostenibilidad del entorno. Muchos elementos y variables del entorno quedarán fuera de la observación de los indicadores. Además, el entorno también se transforma por sí mismo, sin necesidad de impactos de nuestras actividades. Esta perspectiva compleja nos lleva a entender que el equilibrio entre las actividades de turismo deportivo y el entorno en el que se desarrollan, es necesariamente un equilibrio dinámico.
Es importante tener la certeza de que el sistema se encuentra en una permanente evolución, por lo que el sistema de monitorización y seguimiento vía indicadores deberá ser flexible para que sea capaz de hacernos ver esta complejidad.
Ante esta evolución el modelo de desarrollo local tiene muchas más posibilidades de adaptarse si sus alternativas, sus propuestas de interacción con el entorno, son complejas y plurales. Basar el desarrollo local en un “monocultivo” del turismo deportivo conlleva grandes riesgos de ruptura del equilibrio con el sistema y de alcanzar un punto en el que esa zona se quede sin alternativas.
Como conclusión, el potencial de las actividades del turismo deportivo es real, abre nuevas expectativas a ciertas zonas; sin embargo es una realidad compleja, cambiante y con efectos de muy difícil evaluación. No es cuestión de no hacer, sino de hacer teniendo claras las expectativas y midiendo bien los pasos que se dan sobre un terreno resbaladizo.
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[1] Hughes (2002) “Environmental Indicators”. Annals of Tourism Research, vol 29 nº2 pp457-477
[2] Lagardera,F. y Martínez, R. (1998), «Deporte y ecología: la emergencia de un conflicto”, en García Ferrando, M., Puig, N. Y Lagardera, F. (comps), Sociología del deporte. Madrid, Alianza.
[3] Lisbona, M.; Medina, F.X.; Sánchez, R. (2008) El turismo deportivo: visiones críticas sobre posibilidades de desarrollo local en España y México. Inx: Actualidad en el deporte: Investigación y aplicación. XI Congreso de Antropología: retos teóricos y nuevas prácticas, Donostia. Disponible en internet, consulta el 2 de octubre de 2013.
Imagen de FullofTravel en Flickr
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La serie completa:
#1 Los límites del turismo deportivo para el desarrollo local
#2 Deporte en la naturaleza, entrando en el océano rojo
#3 Turismo deportivo en la naturaleza: cuando el éxito conduce al fracaso
#4 Los eventos deportivos ¿economía real o Monopoly?
#5 El deporte y el turismo como parte de un Sistema
#6 Problemas ambientales del turismo deportivo
#7 El equilibrio entre turismo deportivo y naturaleza
#8 La dimensión social del turismo deportivo
#9 Grandes eventos deportivos y ciudades-escaparate
#10 Megaeventos para la ciudad maqueta